¿Te das cuenta que me río?
Te veo
y ya no me mueves.
Ya no derramas esa acción
en los hombros que te buscaban.
Eres una caricatura
(mal hecha, por cierto)
de la piel y los labios
que antes me enloquecían.

Fuimos una pasión enceguecedora,
vapor de licores adversos.
Carne de esas que desatan rumores,
que iban por una carretera sin control.
Pero este camino extraño nuevo e impuesto,
devoró los sentimientos,
los cambió de horizonte
y los implantó en otro hombre.

Si me vieras ahora,
pesadilla misma de tu recuerdo,
verías una mujer distinta:
quemada y destruída,
maquiavélica y sin nombre,
que busca ahora en otros labios
lo que en los tuyos no duró.

Quizá es un desconocido,
un calor lleno de smog,
pero es mucho mejor besar su cuello
y decirle que me gusta,
que llorar sola
esperando que vuelvas.

Cuando te fuiste,
¡ya tanto tiempo atrás!,
pensé que moriría,
pero me fumé unos porros
y ya no eres el que creí.

Me gusta que te desveles,
que pienses y te devanes los sesos.
Tengo una idea:
no te hablaré más de mi,
ni menos de lo que está pasando.
Cada uno con su vida.
Cada uno busque más horizontes.

¡Pero gracias!
Me libraste de lo inexplicable:
venderle mi alma a un Demonio
que no sabe aprovecharla.
Me regalaste otra oportunidad:
entregarme a un Golem
que ya me está conquistando.