Mí danza termino con un despecho que encontré en el espejo de mi rostro, el que afanoso se volvía rencor con los pasos de tu joder,
De tu vivir,
Y de aquel, tú morir, serenata que se ha vuelto cabalística en el nudo de mis palabras huecas,
Dobladas,
Ella, aquella que observa.
Niña,
Mujer,
No importa; solo pequeña. Sin mirar,
Industrializada,
Tu rostro rompe los días y su luz brillante de halógeno lujurioso que se abalanza sobre tu sudor, ahora grito tu nombre irrespetuoso,
olvidado y recordado con la pasión que se marcaba como llagas sobre un cuerpo endeble asesinado por el tiempo de tu mirada penetrante e hipócrita que se hace esquiva con tu respirar pausado.
Tu; yo soy tan indiscutible,
Piel tan pálida, el sol quema mis ojos mientras colocas el conocimiento detrás de los barrotes de tu blasfemia que se hace alimento en un vuelco de sosiego que marca el ritmo de mi ira.
Tomaste mis manos y la dirección fue errónea, regresé y tristeza encontré en un vertiginoso viaje de pudor y mancillas que enturbian los sonidos de mí morir. Nunca libere mi enojo en este techo de recuerdos tórridos,
Sangro,
Me alejo,
Me recuerdo,
Me olvido,
Tan solo estoy.
El toque, el sentimiento, las caricias; mis planes para joderte, si, a ti, eso es.
Cuando digo tu nombre no podrías entender que escuche cada palabra que has dicho, dijiste y dirás,
Lo intento,
Lo veo sin sentido de entender, más no seré abandonado aquí a la suerte de un callado que espera con paciencia.
Tus valores falsos,
Tú platica ladina;
Robaste las estrellas de mis ojos y huiste con tu mentira envuelta en papel estraza.
Mentiste,
Tu odio; una excusa hacia todo lo que te ha pasado como consecuencia a aquellos bellos accidentes de dentado destino,
De intuitivos residuos de adulación; caigo y caes, veo tus historias.
Atacas al caído con el pasado olvidado,
No odiaré, pero hablaré con el amanecer de muerte;
Con piedras hago la sopa que te bañará con la verdad que se esconde tras tu mirada desconocida y esquiva, esa que no me deja entrar.
Con la ausencia aún el corazón crece y muere,
Abusa de la casa y confunde la matanza;
Lo se, pero lo se;
Dijiste que la espera podría crujir mi corazón,
Haciendo sentir a los muertos más muertos en movimientos de recelo.
Haciendo dormir a los muertos con navajas,
Matar a la presa;
No es nada nuevo
Teniendo tú a mí clavándome tan desesperadamente.
Pero se cuando me necesitas sangras por mí y por mi aroma que te acosa y mi sombra que te cuida,
A pesar de ahora, llenas mis zapatos con nuevos fans.
Y tal vez ella observará,
A la distancia se sobre-regocijaría si solo me dejara dormir,
Funcionaría en teoría, refutable con el tacto que se siente en la muerte.
Porque te quiero demasiado para darme el dolor que quiero, y cuando lo hagas tal vez te joda para amarte.
Una vez en mi noche, las cartas se apilaron en columnas de asfalto roído por tu miseria.
La boca me sabe a tristeza,
Engendras inmaduro amor; muerte a la virgen.
¿Eres feliz?.
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