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- El amo sabe que tu eres un desventurado, miserable, ciego e incapaz. El no quiere que sigas siendo el mismo infeliz ante el mundo, sino que obtengas respeto de los demás por el trabajo que realizarás, pero exige que seas discreto, por eso a pesar de todo, eres afortunado, el te ha elegido desde antes de que vieras la luz del mundo y el te dará sagacidad instintiva e inteligencia y eso te permitirá ver en la oscuridad y entender lo que se oculta en la profecía del Apocalipsis y llegarás a entender también qué no es al amo a quien allí llaman Bestia y que cada una de las siete cabezas descritas por Juan, tiene su propio número escrito en la eternidad y que uno es parte integral del otro, siendo similar pero no igual y la suma de todos es el verdadero numero del amo, ya que el 666 es solo la mitad del espejismo pero no la totalidad del ser oculto en su propia forma....
Camilo miraba horrorizado como sobre su brazo extendido empezó a deslizarse la uña en forma de garra del mensajero que se escondía bajo el vestido y el capuchón del fraile y como empezaron a aparecer en caracteres incandescentes algunos signos que le parecieron caprichosos al inicio pero luego tomaron forma de números.
Y mientras Camilo permanecía petrificado, el mensajero siguió comunicándose y decía....... “ el primero y el postrero son los opuestos, son el alfa y el omega, la luz y la oscuridad, el uno y el nueve, el principio y el fin, por eso si quieres llegar hasta el final, debes atravesar primero el mundo de las sombras y la oscuridad, partiendo desde el primero para así, poder llegar al último....” Y el mensajero siguió hablando, mientras Camilo con los ojos brotados del miedo, abrió en ese momento la boca para lanzar un grito pero su garganta no pudo siquiera emitir algún sonido, se sintió desfallecer y bruscamente cayó al piso perdiendo toda noción de lo que sucedía.
Lentamente volvió a la realidad, sus ojos ansiosos miraron a su alrededor y pudo reconocer que se encontraba en su alcoba, estaba sudoroso y tenía un ligero temblor en todo su cuerpo, sentía su boca seca y recordaba vagamente la uña del desconocido mientras se deslizaba por su brazo y como había visto una inscripción antes de perder la noción del tiempo.
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