Y estoy aquí, sentada, una vez más, mirando por esta ventana que pareciera ser la misma todas las veces, mostrándome escenas similares: gente, risas y llantos, los besos apasionados del rincón, señales de despedida en medio de un montón de bolsos esperando su turno para ser llevados a ese gran maletero, justo antes de que esa voz megafónica anuncie la partida del andén veinticuatro…Justo ahora la escucho, y esa nostalgia de los viajes podría abarcarme de no ser porque este lo hago a menudo. Tan a menudo que el olor de los asientos que antes provocaba en mí cierto dejo de ansiedad es ahora imperceptible.
Se siente el motor, ese ronroneo que anuncia la evidente partida, las despedidas alcanzan su punto cúlmine y más sublime y los asientos se repletan al instante. Y entonces, por un momento, me atrapa esa confusión de no saber si es la ventana del frente la que comienza a moverse o si soy yo…para descubrir finalmente que soy yo… yo comenzando un nuevo viaje…