Había una vez un abuelito sentado en un banco del parque, a la sombra de una gran acacia, se dedicaba a echar comida a las palomas, mientras divagaba en sus recuerdos.
Asi estaba el buen hombre, cuando un chico se acercó a él y se sentó a su lado, el muchacho vestía tejanos y camiseta blanca, lo más llamativo de él era su cabello, era multicolor, rojo, verde y azul, emitía brillantes reflejos bajo los rayos del sol, que se filtraban entre las ramas del gran árbol.
Juaquin, el abuelito, lo miraba todo el rato, la expresión de su mirada estaba entre la incredulidad y la curiosidad.
Al cabo de uno minutos el joven se percató de la mirada del anciano, y le habló:
-Abuelo ¿no le gusta mi cabello?
-¿Nunca hizo nada salvaje en su vida?
Joaquín sin inmutarse lo más minimo le contestó:
-Hijo mio, sí hice algo salvaje en mi vida
-Hace muchos años tuve relaciones con un loro
-Te miraba preguntandome, si no serás tú mi hijo
BASADO EN UN CHISTE POPULAR |