Mucho sueño
“…Here I opened wide the door;
Darkness there, and nothing more…”
E.A. Poe, The Raven
Otra noche aburrida. Leo la sección de finanzas, realmente no sé por qué, en mi vida había leído esa sección de ningún periódico. Pero hoy la noche y el frío de mi solitario departamento me dijeron que leyera las finanzas. Las leí, o por lo menos, en esas ando. Entendía muy poco a decir verdad, y poco a poco me adormecía esa lectura tan vacía y superficial.
Comencé a ver un largo corredor demasiado iluminado. Nunca ha sido de mi gran agrado la luz en exceso, entrecerré los ojos un poco para disminuir la cantidad de luz entrante a mi mente. Sólo se veía ese larguísimo corredor que no parecía tener fin y que estaba plagado de puertas asimétricas a ambos lados del ya mencionado pasillo. Me quedo ahí, abriendo lentamente cada vez más los párpados. Por fin logré acostumbrar la vista y la curiosidad me hace explorar el corredor. Doy el primer paso. Alzo el pie izquierdo y lo dejo caer sobre un pozo infinito.
Sobresaltado, despierto.
Esos malditos ratos de lucidez tanto conciente como inconsciente. Infiernos para la pobre mente.
Chiquillos pasan corriendo por la puerta golpeándola y gritando boberías incomprensibles. Como los odio. Antes me agradaban los mocosos. Incluso llegué a desear tener un par con Úrsula, pero desde la muerte de nuestra bebé en su vientre… Maldito borracho hijo de puta, tuviste que matarlas…
Este silencio cómo me trae malos recuerdos, y el ruido de los mocosos de afuera que no ayuda tampoco. Sigamos leyendo las finanzas para poder dormir un rato por lo menos. Mi abuelo nunca dormía, mi papá a ratos y ahora yo por más que quiera no puedo lograr dormir nada. Llevo como una semana sin dormir más de cinco minutos por día. Malditos años.
Otra vez el corredor maldito. Ahora volteo y veo la alfombra roja bajo mis pies, el papel tapiz blanco, las muchas puertas, el aire demasiado ligero y fresco para ser un lugar tan cerrado. Doy un paso de nuevo con mi pie izquierdo y el abismo me encuentra de nuevo.
Bruscamente, despierto.
Los gritos de los niños siguen, parece que hay fiesta infantil en el departamento de a lado. Qué desgracia. Parece como si fueran aumentando el volumen los mocosos. Golpean la puerta de nuevo. ¡Y creen que les voy a abrir! Aún si fuese alguien importante, estoy demasiado cómodo en mi viejo sillón. Cómo lo detestaba Úrsula, parchado, polvoriento, y no combinaba con la decoración de la casa, pero, ¡Ah! ¡Qué cómodo es!
Vuelven a golpear. Con más insistencia. Cómo les encanta molestar. Al diablo con ellos. Tengo sueño, ¡Quiero dormir!, y éste dolorcito del pecho me adormece todavía más.
El blanco pasillo, esas puertas de maderas viejas me invitan a abrirlas… si tan sólo…
Enfurecido, despierto.
Demonios con estos chiquillos. Por fin se duerme uno a gusto y lo despiertan con sus golpes.
-¡Cállense! ¡Déjenme dormir, carajo!
Siguen gritando y parece como si lo hicieran más alto sólo para molestarme. Golpean la puerta ahora más fuerte y más veces. Al diablo con ellos, están empezando a desesperarme y a darme dolor de cabeza. Cerraré los ojos y no pensaré en ellos… Vuelven a golpear la puerta como veinte veces seguidas. Ya es demasiado, tengo que callarlos o mínimo acusarlos con sus papás. A duras penas me levanto con dolor de espalda, cabeza, piernas y pecho, estos años. Alcanzo mi bastón y me acerco a la puerta, no voy a medio camino cuando vuelven a tocar.
-¡Ya!
Camino más rápido y alcanzo la puerta. La abro sólo para encontrarme con la oscuridad más negra que mis ojos hayan iluminado, y con el silencio más oscuro y más largo de la eternidad.
Asustado, duermo.
SACC |