Permiso para entrar,
ciudad bohemia del mundo
permiso para hacer de los cafés
en que tantos escritores perecieron,
un lugar que pueda renovarme
remozarme los castillos
de mi inquieta y siempre cínica cabeza.

Permiso déme, para con sus calles
hacer un relato de Latinoamérica,
un testimonio sobre Esteban Echeverría,
replica del criollo, la austeridad
y la rara vida.

Permiso si la toco muy despacio
pero es que es requisito saborearla sin premura
despacio el tacto
y altanera la cordura.

Permiso si le quito los botones a su blusa
y la deseo tanto rato,
déjeme violarla y descúbrase desnuda
sin más miramientos
que el de ser consumida por un loco
que la extraña al mismo tiempo que irrespeta.

Permiso señora grande de Argentina
permiso sí, pero para tocarla
con el labio de estos versos que son beso.
Permiso sí, para que duerma con mi almohada
húmeda de tanta poesía-

Permiso pues si sobrepaso el tierno umbral donde no es mía
donde soy foráneo y mi aquerencia le es ajena.

Permiso Buenos Aires, tanto puta, tan señora
ciudad de antaño, mi princesa, mi sureña.

©Jota_Ochoa