Estiro las piernas, luego de sentarme en la banca desocupada de la plaza de los juegos inservibles. Retiro mis botas nuevas, esas que me regalaste en mi aniversario de editor de la revista.
Desacomodo mis dedos, y despego mi calceta de la planta. mis pies me piden un leve masaje.

No me cabe, todavía, la idea de que me he marchado; estoy huyendo de tu lado.

Habrás notado mi ausencia o seguirás buscando una excusa para no darte cuenta. Eres tan infantil y manipuladora, que estarás pensando que voy a regresar.

Ha empezado a clarear la mañana y los corredores matutinos me miran de mala manera, pues un pantalón pijama con una camisa de seda y botas no es nada Nike, para ejercitarse.

Tomare un expresso en casa de Daniela, le haré el amor y quizás, mas tarde te llamare mamá, para volver a hacer las paces.

En homenaje al Beatle, el poca madre de enseguida