Nubes de confusión,
lágrimas de sal.
La noche descansa
mientras el silencio escucha
las cascadas de mis ojos.
Se conmueve,
respetando el dolor,
y sólo escucha.
Cuando ve que no puede calmarme
decide hablar,
en el preciso instante.

La vela encendida
de hilera fina
recorre la transparencia
y el humo desata
confusiones.

Finalmente las nubes en los ojos
los cristales destrozados
y el derrame de sal
acicatean a la actuación.

Decido usurpar los lentes
como mágicas pupilas
divinamente cristalinas.
En segundos procedo,
me posiciono en dos páginas,
elijo dos textos:
"la conversión a mi izquierda"
"la revolución a mi derecha".
¡Aleluya!,
cantan los ángeles.

El Dios celestial me encomienda
emancipar el timón
dejando que la proa se encargue
de velar por sus intereses,

En un encuentro místico,
del alma
las reminiscencias caen
apesadumbradas.
La viva luz de sus pupilas
cuan faro de pescadores
encandilan la mar embravecida.
Y el Padre en su misión
decide los destinos,

El tifón llega a su fin
y la alborada se apodera
del entusiasmo reinante.