*~ Perdóname ~*
No quiere que nadie la mire, más que nunca en su vida se siente lo suficientemente vulnerable como para desear ser invisible aunque fuera por un momento: sólo un momento no sentir los ojos de alguien posados sobre ella, sólo un instante para no saberse observada, seguida y juzgada. Ella ya se carcome por dentro y no necesita que el resto sepa todo lo que ella está pensando, todo lo que está pasando por su cabeza. Se siente débil, incapaz de esconder todo lo que piensa, como un libro abierto donde se lee su completa existencia, incluso con los detalles que ella se ha empeñado en olvidar, pero que dejaron una huella imborrable en su memoria. Camina mirando el suelo, evitando el contacto visual con cualquier persona que se le cruza; no nota que viene alguien que ella ha estado deseando ver, quizá inconscientemente.
En su afán de esconderse detrás de su pelo que le cae en la cara, sólo percibe la presencia de alguien parado enfrente de ella, quien no la deja seguir avanzando. Levanta la cara a punto de explotar sobre esa persona, pero se detiene. Con sólo mirar sus manos ella sabe quién es. Lentamente levanta la cabeza intentando encontrar el punto para detenerse... quizá su cuello, no, muy abajo y él la hará mirarlo; a lo mejor su barbilla, tampoco, será como una invitación a desear su boca y eso sí que sería imposible de controlar.
Mientras sigue pensando, siente un suspiro profundo enfrente de ella. Involuntariamente levanta su cabeza de golpe sólo para que su mirada choque con la de él. Se arrepiente y baja la cabeza de nuevo. Todos los sentimientos se le vienen ahora a la cabeza y parece que todo lo que una vez la hirió vuelve a herirla ahora con más fuerza. Cada pequeña conversación, cada detalle de cada momento la hería y la volvía a sumir en un dolor para el cual no podía y no sabía como detener. Sintiendo que se le notaba la turbación en la cara, intenta evitar al chico enfrente de ella y avanzar, pero él no la deja. Ella sabe que él no la dejará irse, pero vuelve a intentarlo, esta vez también en vano. Conteniendo las lágrimas y tratando de no demostrar nada con su expresión levanta la cabeza y lo mira. Su cara está pálida, sus ojos violáceos e hinchados. No entiende al momento lo que su mirada trata de decirle, pero es capaz de leer en sus ojos que ella no era la única dolida. Sin decir una palabra, él la abraza y ella no se resiste. Ambos suspiran, sabiendo que por más que costara mantenerlo, esto no iba a terminar. Él la mira de nuevo mientras ella parpadea fuera sus lágrimas. Y la primera y última palabra que se escucha, es la única que tiene que decirse.
“Perdóname.” Y no necesitaron nada más. |