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*~ El Último Beso ~*

Era casi de noche cuando ella llegó a su casa, hace tiempo que ya no hacía eso y de hecho no lo tenía planeado, pero algo le decía que debía estar ahí y de una vez atreverse a confesar todo aquello que una vez calló. Él mismo le abrió la puerta, una expresión entre sorpresa y extrañeza le causó la imagen de su ex novia parada en el marco de la puerta y en silencio la dejó entrar.
– Supongo por tu cara que te preguntarás que estoy haciendo aquí. – Dijo ella mientras entraba y él cerraba la puerta.
– Supones bien…
– Sólo necesito hablar un par de cosas contigo, algo muy corto, ya que como te he dicho si yo no hago las cosas, no las hace nadie. ¡Y tú menos! – Agregó en un tono más fuerte, pero sonriendo igual. Se fueron a la pieza y él se sentó sobre la cama.
– Bueno, tú dirás. – Le dijo él mirándola cómo se quedaba de pie. Pasó un rato antes que ella empezara a hablar.
– Estoy cansada. – Dijo ella con un suspiro. – Yo creo que todos nosotros estamos cansados, pero ahora me siento cansada de ti, de verte, de echarte de menos… Estoy cansada de tu silencio, de tu ignorancia, de tu confusión. Estoy cansada de mi pena y odio tener la esperanza de que un día volveremos a estar juntos porque mi sentido común me dice que no es así. – Él agachó la cabeza en ese momento, pero no dijo nada. – Y tu expresión cada vez que nombro el tema también me dice lo mismo. – Pasaron otros segundos en silencio y ella se empezó a pasear por la pieza. – Sé que han pasado 3 semanas o poco más, pero para mí ha sido eterno, nunca el tiempo se me había pasado tan lento, en especial a final de año. Y en realidad no sé si quiero que lleguen las vacaciones…– Otro suspiro y se sentó en la cama. – Ya no quiero seguir queriéndote y es por eso que he venido hoy. Necesito averiguar algo…
– ¿Y qué quieres saber que ya no sepas? – Le preguntó él mirándola a los ojos. – No puedo decirte más de lo que ya te he dicho porque no tengo más respuestas. Sé que desde que terminamos te mereces una mejor explicación, pero no la tengo.
– Ya sé que no la tienes, porque probablemente yo tengo más claras tus razones que tú mismo. Pero no sé porqué te niegas a aceptar que hay otra explicación además de la que me diste. O no me diste en realidad, porque todo fue siempre un ‘no sé’.
– ¿Entonces? ¿Qué esperas que te diga? ¿Qué esperas que haga? – La conversación más que convertirse en gritos a pesar de la rabia e impotencia escondida en cada frase estaba bajando su volumen, como si la resignación fuera más fuerte que las ganas de hablar.
– Nada, no espero que hagas nada. Jamás has hecho algo y aunque me gustaría que lo hicieras está más allá de tu naturaleza pelear por las cosas. – Él la miró con un toque de enojo e incredulidad ante su última frase, pero no dijo nada. – ¿Ves? Ni aún ahora eres capaz de rebatirme lo que te digo y en realidad no sé si lo haces para no pelear conmigo o porque en realidad no te importa. – Su voz ya estaba comenzando a quebrarse, pero con la determinación aprendida durante días, dio un respiro muy hondo y logró no ponerse a llorar. En cambio sonrió. – En todo caso, ya no vengo en busca de explicaciones. La tengo bastante clara, incluso más que tú.
– ¿Y cuál es esa explicación según tú?– Él la miró nuevamente con inexpresividad, aunque sus ojos hablaban más que él.
– Que te aburriste, que el cansancio de lo que hacemos y otras cosas te fueron desgastando al punto de ni siquiera querer seguir estando conmigo. Mi propia apatía hacia la relación sumada a tu creencia ridícula de que puedes hacer todo solo hicieron que esto se fuera cayendo a pedazos sin que ninguno hiciera nada por eso. Pero yo estaba segura de lo que quería, y lo que yo quería era seguir contigo y tenía la idea de que tú querías lo mismo. No era así. Y lamentablemente para mí se te cruzó una nueva oportunidad y la quisiste tomar cuando te diste cuenta que todavía cargabas conmigo, por que eso era lo que yo era para ti: una carga. – Ella lo miró a los ojos y él sin poder sostener su mirada, bajó la cabeza. – Y esta nueva oportunidad pareció mucho más llamativa que algo que venía desarmándose hace tiempo. Te confundiste y terminaste por autoconvencerte que esto no daba para más, sin tener en cuenta que si me hubieses dicho antes, yo habría encontrado la forma de hacerlo cambiar. Fuera como fuera. Y nunca supe y probablemente nunca sabré por qué no pudiste confiar en mí cuando te viste sobrepasado. – Él tomó aire para hablar, pero ella continuó antes. – Ya sé que crees que puedes hacer todo solo, pero eso no te evita confiar en mí. Y mi propio cansancio no hubiese sido razón para no intentarlo. – Otro silencio en que él seguía mirando hacia abajo aún sabiendo que ella miraba fijamente su nuca. – Estoy casi segura que si no fuera porque conociste a otra no hubieses tenido el valor de terminar conmigo el día que lo hiciste. Quizá todo hubiese terminado de todas formas, pero no así…. No así… – Ella se cansaba ya de contener las lágrimas, pero aún no quería llorar porque haría más difícil terminar de decir lo que quería decir. Él continuó con la cabeza agachada y en silencio. – Y como ves no me equivoco al pensar que en realidad todo lo que yo te digo te vale un cuerno, porque sigues sin decir una maldita palabra.
– Todavía no sé qué quieres que te diga… – Dijo él en voz baja.
– ¿No entiendes que no se trata de lo que yo quiero que me digas, sino que tengas tu propia opinión o visión o lo que sea de lo que estoy diciendo? ¿Cuándo vas a entender eso? – Ella lo miró esperando una respuesta y lo que obtuvo fue otro silencio. – Pero bueno, no fue por respuestas exactamente a lo que vine. – Ella se sentó en frente de él en la cama. – Quiero pedirte un favor y no quiero que me pregunte nada hasta que termine.
– ¿Qué quieres? – Dijo cansadamente.
– Mírame. ¿Qué crees que quiero? – Le levantó la cara y lo miró a los ojos. – Cierra los ojos. – Así lo hizo, casi adivinando lo que iba a pasar. Ella lo besó.
Un beso profundo, como no se habían besado en un buen tiempo. Al principio, él pensó en retirarse pero algo lo hizo detenerse y seguir casi inconscientemente. Comenzó suave hasta un beso como sólo ambos sabían besarse y probablemente nunca besarían de nuevo. Sus lenguas danzaron por última vez al ritmo de una música que se había apagado hacía mucho y revivió por unos instantes hasta que ella se retiró con lágrimas cayéndole por la cara.
– Eso era todo lo que quería. – Dijo ella sin aguantarse más el llanto. Él no dijo nada, aunque sus ojos se habían llenado de nostalgia. – Ahora si me puedo ir tranquila…
– ¿Te vas a ir al tiro? – Preguntó el volviendo a fijar la mirada en la cama.
– Esta es probablemente la última vez que me vas a ver, porque yo me voy y no tengo planeado volver… – Él volvió a mirarla ahora con sorpresa. – Sólo necesitaba besarte una vez más, por varias razones…
– ¿Y cuáles son esas razones si se puede saber?
– Digamos que necesitaba darme un gusto, un último regalo… y por otro lado, hace mucho tiempo que no te daba un beso como la gente, un beso de verdad. Y necesitaba dártelo para yo saber que hice todo lo que tenía que hacer y que ahora la culpa es sólo tuya. Necesitaba dártelo para saber que no dejé las cosas a medias a diferencia de ti, para terminar con esto de una vez y sacarme un empacho que llevo hace días. – Ella dijo esto llorando, pero el terminar se secó resueltamente las lágrimas y se levantó de la cama. – Ahora si me voy a ir. Ojalá lo pases bien en vacaciones y que esta cosa nueva te dure más de dos semanas al igual que la última vez que te pasó… – Ahora ella sonreía. Automáticamente, él se levantó de la cama sin saber que decir para poder llevarla a la puerta. – Es casi chistoso como sigues sin decirme una sola palabra que valga la pena escuchar…

Caminaron en silencio los 3 metros que los separaban de la puerta, mientras ella buscaba algo en su bolso. Sin siquiera despedirse, ella salió y él cerró la puerta apoyándose en ella sin saber qué pensar de lo recién ocurrido y menos teniendo una idea de cómo sentirse. Sin embargo sus precoces pensamientos no duraron 2 segundos, pues fueron interrumpidos por un balazo que retumbó justo afuera de su puerta…

Texto agregado el 11-08-2005, y leído por 1556 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
09-11-2007 Un excelente relato con un final triste para una mujer tan resuelta. joaqledo1
26-10-2007 Es una hermosa historia teñida por la negra y rojiza melancolia de un adios eterno empañado en profundo dolor... arcangel_solar
19-08-2005 Excelente se me enchino la piel al leer el final. Por lo regular no me gustan las historias largas, pero en esta no halle un solo momento para no leerla. Te felicito, ha excepción de la forma de darle al escrito el formato de cuando hablaban los personajes. Si en lugar de (“,”) colocaras (--) se podría leer mucho mejor y lograrías mas atención. Bueno esa es mi opinión. Mis estrellas. ***** cronos79
15-08-2005 Me parece una historia excelentemente narrada y con un contenido inusual y a la vez sorprendente. Cuesta menos hablar de los inicios de un amor, casi siempre esos son los temas de inspiración, pero no los epílogos. Todas mis estrellas y un gran saludo***** espartako
13-08-2005 He pasado por situación similar... si bien no con ese final... pero por las mismas razones... me agradó el desarrollo... mantuvo mi interés hasta el final... atreides54
12-08-2005 creo que lograste plasmar la tensión, la angustia, la rabia...de verdad me hubiese gustado que las cosas hubiesen sido de otra forma...pero gracias a Dios pude llegar hasta ti y conocerte, fue un regalo..;) flor_de_liz
11-08-2005 Es excelente la emoción impuesta en toda la lectura, solamente es algo personal, ... me hubiera gustado otro final, jamás hubiera esperado un suicidio pero por lograr causar ese impacto, es un cuento excelente fbarrantes
 
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