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Empieza a oscurecer. La noche se acerca y con ella todo un mar de sentimientos que se entrelazan y fusionan. Comienzo a marearme, a perder la conciencia y me pierdo entre la inmensidad. Y me encuentro sóla en el medio de la nada, me desespero, todo se intensifica y a veces me afecta sentir tanto.
Sin buscarlo llegan imágenes a mi cabeza, tropiezo con palabras que nunca quise encontrar. Es esa esencia que me produce tantas cosas a la vez, que consigue la omnipotencia sobre mi ser.
Y llego a ese punto en el que me pregunto qué hago acá. Descubro mil verdades y mil mentiras, me confunden, un instante que me dice tantas cosas, y al siguiente sólo encuentro vacío.
Se potencian los factores y me hacen caer, por un túnel tan profundo que no existe. Quiero volver a salir pero no lo logro, siento que voy a quedar atrapada. De nuevo. La velocidad aumenta mientras me sumerjo en un mar de nada ni nadie, desaparecen las paredes, el final y el principio. No encuentro un sentido.
Entonces llega ese abrazo. No puedo evitarlo, no quiero. Me deslizo en su esencia y los cuerpos dejan de existir. Sólo queda el aire que conforma ausencias y un recuerdo de lo que todavía existe en otro lugar. Un lugar secreto. Y por fin despierto. La caída se frena, y mis alas empiezan a agitarse de a poco. Vuelvo a elevarme. No quiero dejar de hacerlo pero sé que va a suceder. De nuevo.
Y quiero dejarte ser. Dejarnos ser. Necesito tus alas.
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Texto agregado el 10-08-2005, y leído por 118
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