Acá estoy una vez más. Intentando darme un poco de forma, un contorno... definir. Qué triste es verse obligado a tener un cuerpo en este lugar... es que ser invisible no es tan simple como todos creen! Hay que aprender a estar solos. El hecho de que nadie nos pueda ver crea una absoluta dependencia hacia nosotros mismos, y qué se puede pedir de algo que no está? Tampoco existe la posibilidad de relacionarse con otros invisibles, ya que cada uno está demasiado ocupado con su propia desaparición como para fusionarse con otra.
Definitivamente, la invisibilidad es para otros mundos. Nosotros debemos conformarnos con la estadía temporal (gracias a... dios?) y corpórea en este lugar, acostumbrarnos a la superficialidad que puede ofrecer un cuerpo compacto e increíblemente previsible.
Algunos intentamos escapar de estas estructuras y volvernos (un poco) esencia. Pero todos los caminos conducen a lo mismo, al vacío. Voy descubriendo cada vez más que es imposible llegar sin desvanecerse en el trayecto. Aunque...qué me importa? Ya no me queda nada por perder... decido seguir corriendo. Abro los ojos cuando creo que, de una vez por todas, llegué. Entonces me intento observar, me busco pero no encuentro ningún reflejo. Encuentro en mi interior una sensación de inexistencia que no me permite emitir sonido, y me quedo así... en silencio. En la oscuridad. Esperando algún brazo que apague el frío.
Los extremos son inminentes.

Era tan obvio...soy invisible otra vez.