Una luz tenue, tan frágil que entre sus brazos translúcidos, casi invisibles, se enredan pequeños rasguños, como raíces. Me acerco, intento ser parte, y de a ratos consigo fusionar los latidos, pero me envuelvo en el silencio una vez más y me pierdo en los espejos...el vértigo de la completa desolación.
Es difícil respirar con tanta niebla alrededor, necesito aire puro para salir. Y me sigo preguntando por qué siempre tanta abstracción...
El miedo no me permite abrir las alas, que, cada vez más heridas, se ocultan debajo de mi ropa. Desplego distancias inquebrables bajo mis pies sintiéndome contenida, esperando no caer otra vez, pero el quiebre es inevitable. Un grito desesperado logra desatarme, confizcar las obstrucciones es un paso importante en el camino hacia el existir. Aunque... qué existir? Me expreso buscando una forma de estar.
Los abrazos me queman. Contradictoriamente, soy insoluble... mírenme!! No me disgrego ni un poco, sigo con mis pies torpes sobre el suelo inútil, quieto, tan impaciente por erosionarse como yo, volátilizar. Crisálidas vacías, constantes vuelos eternos, el mundo se vuelve etéreo! Y mis piernas siguen atascadas, la intensidad de mis ganas es insoportable, ya a mi cuerpo le cuesta resistir. Pero vive la piel...
Pánico vital. Vestigios de lo que alguna vez ardió flotan entre tanta inmensidad, yo me pregunto, TE pregunto, ¿dónde quedaron las palabras? frágiles, se extinguieron con el fulgor de alguna voz desesperada. Sonidos, quizás ni eso.
Por eso pronuncio esa palabra cobarde, digo ¨BASTA¨, y siento apagarme por un instante casi definitorio, talvez irrefutable... la verdad, tristemente efímero.
Dulce, cruel infinidad.


(si tan sólo pudiera dejar de respirar...)