El Encuentro.

Atardecía con una llovizna que arreciaba y bajó la velocidad conduciendo despacio frente a la alameda. Ya habían transcurrido casi tres años desde que pasó un verano en ese pueblo. Allí había llevado a cabo sus prácticas profesionales de Ingeniería.
Dio vuelta en la calle sexta y tuvo que frenar apresuradamente haciendo chirriar los neumáticos. La Muchacha que cruzaba la calle quedó petrificada frente al auto. Arturo le vio al instante el rostro pálido que reflejaba la sorpresa y le reconoció de inmediato. La joven mujer se apresuró a alcanzar la banqueta, él abrió la portezuela y sacando medio cuerpo la llamó:
__ ¡Rosario, Soy Arturo…!
La joven se volvió mirándole detenidamente y un instante después le sonrió abiertamente.
__ ¡Arturo, eres tú ...!__exclamó con un gesto festivo.
Bajó del coche y se aproximó a ella saludándole de mano.
__ Ven, te llevaré a donde tengas que ir.
Le abrió la portezuela y ella se acomodó de inmediato en el asiento alisándose el cabello.
__ ¡Que susto me has dado Rosario! Pero también que sorpresa tan agradable. ¿Cómo has estado?
__ Pues solo pasándola…__ Contestó bajando la cabeza.
__ ¿Adonde te llevo?
__ Déjame en la esquina de mi casa por favor.
__ ¿Entonces debo suponer que sigues soltera…?__ Le dijo con su mejor sonrisa.
__ Sí, nunca me casé… __Contestó sin mirarlo.
__ Bueno, eres joven y guapísima. No te faltarán pretendientes… Rosario solo le sonrió como respuesta.

Arturo condujo lentamente mientras platicaban de tiempos pasados, de las tardes divertidas en el cine, de los domingos de día de campo. No mencionaron nada del romance que habían vivido en aquella época, menos de la manera como Arturo se había ido, casi sin despedirse…
__ Aquí déjame Arturo__ Lo dijo con un suspiro.
__ ¿Como está Doña Paula?__ Preguntó Arturo antes de apearse para despedirse.
__ Mamá ha estado un poco delicada…
__ Oh, lo siento, espero que no sea grave, por favor salúdala de mi parte. ¿Sabes?, justo venía entrando al pueblo cuando te vi. ¿Qué te parece si paso a buscarte mañana en la tarde?, podríamos ir al cine o caminar…
__ Ay Arturo, no puedo…__ Contestó con algo de desanimo.
__ Bueno, de cualquier forma te buscaré y espero que te animes.

Un poco cansado del viaje llegó al hotel, se registró y tuvo una noche inquieta. No le extrañó porque así era siempre que salía de viaje.
Al día siguiente aun persistía una llovizna menuda, pero después de haber cumplido los primeros compromisos fue a buscarle.
Estacionó el coche frente a la casa, penetró al porche y resuelto tocó la puerta. Tuvo que insistir al ver que nadie respondía.
La puerta se abrió y asomó una mujer de pelo cano.
__ ¡Doña Paula buenas tardes!... Soy Arturo, Arturo Suárez… Quizá no me recuerde pero espero que Rosario le haya dicho que ayer nos saludamos.
La mujer le miró extrañada, lo que indicaba que no estaba enterada del encuentro. Tras un breve silencio Arturo explicó:
__Bueno, ayer le dije que pasaría a buscarle hoy…
La mujer le interrumpió mientras se ensombrecían sus ojos. Sus palabras le demudaron el rostro.
__Mi hijita… ya no está… Una tarde como hoy me la atropellaron en el centro…