LA GOTA
Comenzó a escuchar la gota. Caía constante, lenta, claro sonido espeso, martillándole el cerebro. Siempre se echaba a reír y hasta se mofaba de la abuela cuando decía que una gota constante significaba que alguien se iba a morir.
Muchas veces se levantó a cerrar el grifo, cuando el gotereo continuo no la dejaba dormir, con el secreto deseo de que lo dicho por la abuela, no fuese a ser verdad.
La gota continuaba. Su dictamen era claro. Trataba en vano de levantarse pero la gota no cesaba y ella se encontraba indefensa.
El sonido de la gota era desesperante, por momentos muy clara y en otros la escuchaba muy distante. Cerró los ojos en espera de que aquel sonido que muchas veces le pareció hermoso en días de lluvia, no siguiese su cuenta regresiva.
La gota, le causó risa, aunque no pudo reír, por primera vez creyó en lo que se decía de ella.
Volvía la gota a interrumpir sus pensamientos. Entreabrió los ojos. Se percató de unos hombres que intentaban rescatarla de entre la chatarra en que quedó su automóvil, cuando un conductor ebrio rebasó la luz roja.
Le pareció ver a la abuela entre los rescatadores, ella siempre estuvo presente en sus momentos difíciles, y éste era uno de esos. Sonrió tranquila.
Una llovizna espesa se dejó sentir, poco a poco lavó la gota de sangre que pintó el pavimento de tristeza.