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Permítaseme iniciar con una confesión: soy totalmente neófito en esto de la cibernética. Llevo muy presentes aquellas horas pasadas ante mi vieja máquina Olivetti Lettera 32. En aquella época el reto no era sólo crear personajes y dotarlos de vida, darles un temperamento acorde a las necesidades del relato y meterlos en un conflicto; se necesitaba, además, poseer una mente especialmente ágil para adelantar acontecimientos desde el primer teclazo, bajo pena de vernos obligados a extraer de un tirón la hoja a medio escribir, hacerla pelota, y con la elegancia que la práctica infunde al maestro, hacer un lanzamiento hacia el cesto de la basura para enseguida volver a comenzar; por cierto, dicho sea de paso, siempre ha sido para mí un enigma el por qué los escritores somos poseedores de tan precisa puntería; las más de las veces la bola de papel iba a caer exáctamente a medio metro de la papelera.
Sentarse a escribir era todo un ritual, en donde jugaba un papel importante una taza de café; era menester ubicarla lo más cerca posible de uno, su aroma constituía el mayor difrute; no en pocas ocasiones la dichosa infusión terminaba helándose, con una mosca nadando en su interior o derramada sobre el escritorio pletórico de hojas y polvosos libros, con las funestas consecuencias y consiguiente escena posterior, la que omito relatar por respeto a las distinguidas señoras de la Liga Defensora de la Moral y las Buenas Costumbres.
Para algunos colegas un cigarrillo era también imprescindible. Sobre el particular poco he de relatar; resulta que tal vicio nunca desarrollé, sobre todo desde que mi padre me pilló, a los ocho o nueve años de edad, en compañía de la palomilla practicando el acto de sorber y expulsar bocanadas de humo; aquella ocasión nos invitó a pasar a casa, y sentados en torno a una mesa nos ofreció, cual todo un caballero, que siempre lo fue, un cigarrillo, el que no pudimos rechazar, lo malo fue que al primero le siguió un segundo y después un tercero y no recuerdo cuántos más. Siempre he creído que de no haber intervenido mi madre, santa mujer, seguiríamos allí lanzando humo cual máquinas de vapor. Bueno, si yo no lo acostumbro, y hasta náuceas me produce, sí me ha tocado convivir con cuenteros que necesitan verse envueltos por una nube de humo para alcanzar la inspiración de las ninfas. No les puede faltar tremendo cenicero repleto de colillas, algunas deben permanecer humeantes, como incienso que se ofrenda a los dioses.
Así eramos los escritores de antaño, largas horas jugando a ser Dios, creando mundos, dando y quitando la vida, haciendo -cual todopoderosos- hasta lo que se antoja imposible, y todo con ayuda de nuestra máquina de escribir y una taza de café (el cigarrillo es opcional).
Una vez contentos con nuestra historia (o faltos de papel, las más de las veces), dábamos por terminado el trabajo. Seguía entonces la parte más ingrata del ser escritor: meterse los zapatos, que habían permanecido dispersos bajo la mesa de trabajo, y comenzar la "visita de las siete casas"; o sea, recorrer empresas editoras hasta encontrar una que se interesara en nuestra maquinación.
¡Aaah tiempos aquellos!
--Pero mi amigo, hoy las cosas han cambiado, métase ya al siglo XXI, mande a... un museo su vieja máquina y adquiera esta joya que le vengo a ofrecer; prácticamente hace todo el trabajo por usted; si hoy la compra, mañana estará agradeciéndome porque vine a transformar su vida; pero si hoy deja pasar esta magnífica oportunidad, mañana se lamentará por no haberme escuchado... bla. bla, blaaa...
El hábil vendedor, que por hábil es vendedor, comenzó a ennumerar las maravillas de su producto.
--Olvídese de su viejo diccionario, este estupendo producto que le traigo a presentar viene con un programa integrado que corrige su ortografía, y no sólo eso, también se mantiene vigilante del buen uso de la gramática ¿qué le parece? si aún así no está convencido, es que está retrasado mental o definitivamente le gusta la mala vida...
Y yo, con la boca abierta, pensando ya en tirar a la basura al Pequeño Larousse Iustrado que tan buen servicio me había brindado.
--Pero no es todo amigo mío, si usted se equivoca al escribir o decide cambiar su texto, no tiene más que accionar algunos comandos sencillos y ya está, observe con qué facilidad borro, vuelvo a escribir, cambio un párrafo completo hacia arriba, o hacia abajo si lo prefiero... venga, venga e inténtelo usted mismo, fíjese que desde el primer momento se desempeña como todo un conocedor...
Total, y para no hacer el cuento largo, me dejé convencer por toda la verborrea que vomitó aquel sujeto de traje abrillantado por tantas planchadas y zapatos con las puntas hacia arriba de tanto caminar.
Así me volví uno más de los millones de poseedores de una flamante PC, y de inmediato, como todo un experto, comencé a manejar términos tan popof como el Microsoft, hardwer o softwer, sin olvidar el byte, que hace ver tan elegante a cualquiera que lo prenuncia con propieda'.
Desde hoy, no más cintas grasientas y malolientes que se enredan y manchan los dedos... no más papel carbón para obtener las copias necesarias... no más aporrear teclas... no más limpiar tipografías para obtener trabajos bien presentados... no más desperdicio de papel, hasta los árboles me lo han de agradecer... ¡viva la modernidad!
No obstante, pronto comencé a volver a la realidad: "Es necesario mantener muy limpia el área de trabajo... el polvo es un enemigo mortal para su nueva PC", así lo leí en el manual del propietario, y hasta me pareció muy razonable, pero descubrir que el humo aderezado con cafeína o con nicotina, e incluso un buen baño de café serían el acabose de mi nuevo aparatito, bueno, eso ya fue otra cosa...
Hasta entonces había mantenido un buen ritmo de producción, mi editor no tenía necesidad de recordarme constantemente cuáles eran mis obligaciones, pero... ¿por qué siempre tiene que haber un pero? las cosas cambiaron con mi PC. Hoy, vivo con la amenaza constante de tener que buscar un nuevo editor, me llama de día y de noche, me pone ultimátums y me niega los indispensables anticipos, y todo por mi PC que, en teoría, me haría la vida más placentera.
Si por lo menos no le hubieran integrado un programa llamado "Juegos", en donde me encuentro, con mucha frecuencia, por cierto, con juegos de naipes como el Solitario, Corazones, Carta Blanca o el soso Buscaminas, entre otros... Si no tuviera la opción de conectarme a Internet y "bajar" (¿de dónde? no lo sé, pero así se acostumbra decir) màs juegos, noticias, chats (dicho sea de paso, por màs que lo he intentado, no he podido chatear con Jennifer Lòpez). Toda la culpa es de la PC y comienzo a anhelar a mi vieja Olivetti.
Y la gota que derramò el vaso fue cuando "se cayò el sistema" y se llevò por delante a todos mis personajes, todos mis mundos acumulados en el disco duro se perdieron en el èter... --¡No se vayan... regresen... se los ordeno yo, su dios, su creador, su...! --Pero nunca regresaron.
Eso no me hubiera ocurrido nunca con mi vieja Olivetti Lettera 32 --¡oooh mi Olivetti, estoy pagando la traiciòn que cometì!
Ahora soy un dios derrotado, perdì el control de mi creaciòn, sin mis personajes, sin mis mundos soy un dios en la nada... tan solo como me siento, ahora comienzo a comprender por què Dios tuvo la ocurrencia de crear el universo, ojalà que nunca se compre una PC...


Texto agregado el 24-09-2003, y leído por 1120 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
21-09-2007 Que bueno¡¡ es verdad, recuerdo los trabajos sin final en la escuela¡¡ que la profe nos tapaba las manos y nos hacia mirar hacia arriba mientras dictaba, hojas y hojas... Ahora es quizá mas fácil, pero tenemos mas miedo a todos, yo trabajo en informatica y todos los dias veo cada cosa... bueno . Besitos 5* anki_injoy
10-05-2007 jajajaja que divetido y reflexivo...pero mi chavo! achispese, hay muchos programas para recuperar un documento perdido! jajajajajaj bue bue, eso ya fue alardeo...jeje bueno tienes mucho de razon...pero sin este aparatejo...quizas yo no estaría leyendo esto tan bien hecho!... luzyalegria
07-12-2006 jajajajajaj, que deleite sobre todo lo del pucho (cigarro), si te contara,jajajaj, con respecto a lo medular, tu escrito si que evoca y te diré, las mejores creaciones fueron hechas en aquellas máquinas donde los dedos se teñían, grandes obras gracias a los talentos y a las miles de horas gastadas en ella.********* anti_Musa
11-08-2006 y ademas el relato tiene mucha gracia, nos hace reir! gfdsa
11-08-2006 Sin duda es un bello relato, la forma de dar detalles,(me gustó ese de la taza de cafe al lado,humeante al principio pero fria y con una mosca dentro ya pasado un rato,or derramado en los papaeles algunas veces) detalles asi, una delicia de leer y para la imaginacón*****Hermoso escrito! gfdsa
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