Escribo para expiar mis culpas, para exprimir mi alma y secar mis lágrimas.
Escribo para no sentirme sola, para vibrar conmigo, contigo, y abrigarme con mi propio fuego.
Escribo porque existo y porque en estas letras creo perpetuar mi segundo más intenso. Porque al hacerlo, sueño, y de emoción lleno mi aliento.
Porque respiro, y respiro, y respiro, y también muero, para resucitar entre letras sin sentido… pero cómo las quiero.
Escribo sólo para sentir el ritmo de mi verbo, y para atraer otros verbos desconocidos.
Y así juntos crear la obra infinita, la cadena inacabable de quienes aman el silencio.
Hoy mi sangre es tinta, y mi cerebro, corazón.
Y no hay lugar para el miedo… porque cuando escribo, tiemblo, pero de furia, de coraje, de puro valor.
Me siento grande, por Dios, sí que soy grande. Y me veo arriba, en la cima más lejana, con el cuerpo extasiado y el alma hinchada, gimiendo de orgullo porque una vez más me siento. Por eso escribo, porque existo y siento.
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