Ayer registré tu nombre en mi libro favorito, como no tenía tiempo de buscar un lápiz me pareció que la mejor forma era formarlo con ciertas letras presentes en mi novela.
Ahora bien para no olvidar donde estaban las letras memoricé perfectamente las páginas en que estas aparecían.

Sorpresa mía al día siguiente al despertar y notar que había olvidado un detalle, algo importante en realidad; olvidé completamente la ubicación de cada letra en cada página.
Desesperado empecé a seleccionar letras de cada una de las páginas que había memorizado… y aquí estoy.
Tengo 52 nombres posibles...

Complicado agarre mi agenda y salí en tu búsqueda… 52 nombres es bastante. Me detuve en el centro de la calle y grité el primero de la lista. Te diste vuelta por 2 segundos hasta que no eras. Camine un par de cuadras y volví a gritar tu nombre, nuevamente te diste vuelta, pero lástima mayor casi en el mismo lapso de tiempo dejaste de serlo.

Atrapado en la calle, de lugar en lugar con agenda en la mano como quien debe asistir a una cita me encuentro yo. Deambuló como un loco y todo por no tener un lápiz en el momento adecuado. Vaya problema en el que me he metido.

No quiero llegar a prender fuego a esta agenda, dudo que pase en realidad, más bien sólo espero no deber dar 52 vueltas por cada calle gritando tu nombre para que por fin estés de vuelta.