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Él volteó hacía mí...
La tarde yacía en labios de la noche...
El aire era un pensamiento volátil...
Me observó,
con pupilas de orgullo altivo
que eluden las razones
de un corazón atribulado.
Me abrazó, con el corazón cubierto
de hojalata quebradiza,
helada.
Me besó, con su boca voluntariosa,
inerte como un secreto eterno,
olvidado.
Y cuando era suya, el silencio
que intimaba entre los dos,
me confesó su amor extinto. |
Texto agregado el 10-08-2005, y leído por 156
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