Volvió la alegría a mi hogar,
momentos de dicha y felicidad,
llegó un otro motivo más,
que nos hará gozar.
Un pequeño corre feliz,
en el bello jardín aquel,
en donde un día yo corrí,
hoy corre el niño Yael.
No para de brincar en la cama,
hace mil travesuras,
y su madre siempre lo llama,
no, hijo, eso no lo detruyas.
Sus tíos muy complacientes,
observan al buen Yael,
y el sonríe entre dientes,
y mirando a Mi cuñada Elizabeth.
Pequeño, te deseo lo mejor,
mañana el mundo será tuyo,
y si tienes como hoy, amor,
crecerás y serás nuestro orgullo.
Goza tus días de niñez,
juega de noche y de día
que ante tu gran calidez,
nos regalas mucha alegría.
Felices son tus padres,
al ver a un niño que goza,
haz venido a alegrarles,
igual que a mi gran esposa.
Este escrito es para tí,
niño, dulce como miel,
gracias por hacerme feliz,
mi niño Rigoberto Yael.
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