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Escena 1(Interior celda de cárcel – día):
Personaje: Juan.

Juan se encuentra en una cárcel; está sentado en el suelo y observa una pequeña ventana con barrotes que tiene en frente. Entre sus manos sostiene un papel escrito. Tiene los párpados caídos y oscuros tanto llorar. Respira hondo y agrega:

Juan: - Mi cuerpo poco a poco se ha secado de tiempo... Ni el sabor de la lluvia en mi rostro me parece conocida (Traga saliva a la vez que sus ojos brillan)... He olvidado como vivir y el rostro se me cae a pedazos...

Quita la vista de aquella ventanilla, dirige los ojos hacia su lado izquierdo donde están los barrotes de la celda, pasea la vista y luego voltea su cuerpo, aún en el suelo, a la pared acurrucándose en ella. Cierra los ojos y con su mano derecha palpa el cemento roído del muro (en la mano izquierda aún sostiene el papel) y vuelve a hablar:

Juan: - Estas paredes me encierran y me vuelven vulnerable al miedo que me quema a fuego lento, mientras aquellas barras de metal se hacen invencibles ante la vergüenza que de a poco se convierte en agonía.

Desprende sus manos de la pared y ahora con ellas se tapa los oídos y continúa:

Juan: - La angustia que me invade después de tanto tiempo...

Va aumentando el volumen de su voz:

Juan: - Forcejea a mi espíritu y lo alimenta...

Levanta su dorso, extiende los brazos hacia arriba y grita:

Juan: - ¡De sucias lenguas que deambulan en mi mente!

Cae con el cuerpo pesado al suelo, boca abajo, con la cabeza hacia su lado derecho. Se queda tirado en el suelo, sollozando, acompañado solo del movimiento de su mano derecha que acaricia el suelo y de sus ojos que le siguen por cada centímetro que recorren sus dedos. Luego, balbuceando, agrega pausadamente:
Juan: - Mis huellas han quedado impregnadas en el recuerdo como tapices del pasado... aquellos que traen a mí... el rostro del niño que mis ojos observaron caer...

Ahora detiene su vista en la pared y sus manos se detienen también:
Juan: - ...como un lazo alrededor de su madre... Aquel niño que mis entrañas sienten aún mío... me despedía... anunciándome su último susurro... bajo el nacimiento de un nuevo triste día.

Vuelve a mover su cuerpo en el suelo, se pone en posición fetal hacia la misma pared, deja el papel en el suelo, con su mano derecha lo acaricia por unos segundos, luego toma el papel y lo arruga con su mano. Ahora sollozando con mas euforia agrega:

Juan: - Ahora sé que fue cruel y en vano intentar olvidar, ese pequeño rostro que me pedía solo agradecer, el poder disfrutar por aquel poco tiempo en que pude observarlo frente a mis ojos, recorrer con la mirada, los contornos de mis manos.

En eso, de su boca, sale una carcajada y continúa:

Juan: - Y pensé que iba a olvidar... (continúa riéndose forzadamente)... creo que lo único que he logrado, es recordar con más dolor su retirada,(ahora su sonrisa se convierte en rabia), someterme a mis propios prejuicios frente a los días, someterme a mi equívoca ingenuidad... aquella idiotizada forma de intentar escapar de aquella isla que me susurraba al oído que ahí estaba lo único bueno, aunque por poco tiempo, ha pasado por mi vida...

Vuelve otra carcajada, pero ahora es enfermiza:

Juan: - Y buscar mi escape en los mas absurdo... Pasar de ser un navegante en mi bote a ser el instrumento de extorsión de ladrones de vidas...

Ahora se levanta rápidamente del suelo, tira el papel arrugado, se dirige a la pequeña ventana, se toma de los barrotes y grita:

Juan: - ¡¿Acaso escapar de lo único que quedaba de mi familia no fue suficiente?!..
.
Se dirige hacia las rejas de la celda y grita a los guardias y demás presos señalándoles su espalda con las dos manos:

Juan: - ...creo que mis alas fueron amarradas a mi espalda cuando pensé que debía buscar el olvido en jugar al bueno... (todos lo miran idiotizados)... ¡Sí!...como ustedes... parecerme a ustedes... trajes caros... un trabajo digno... ¿acaso aquellos lujos de baratillo les dejaron ser parte de la ignominia burguesa?... (ríe fuerte)... claro y por ello estoy aquí... (grita) ¡por venderme a los diablos del universo comercial!...

Comienza a retroceder hasta llegar a una cama que se encuentra en el fondo de la celda, la euforia se ha desvanecido poco a poco, se arrodilla frente a ella y mas tranquilo agrega:

Juan: - Yace mi alma en este cuerpo, yace el rastro de mis uñas (empuña entre sus manos la almohada) en mi almohada, yace el sudor de mi frente en estas sábanas (se afirma sobre la cama y agacha la cabeza) rotas... yacen mis días en la penumbra...
Continúa sentado en la cama, pero ahora su vista se encuentra ausente, los ojos le brillan. Apoya su codo izquierdo en su rodilla, con la misma mano se toma la cabeza. El sol entra desde la ventana y le da en el rostro. Habla tranquilo:

Juan: - Pero deseo volver a saborear el dulce polen del alba... la sequedad de mi espalda sin culpas... la brisa del mar que acaricia mi rostro... la vida que juguetea con las gotas de lluvia frente a mis ojos...

Advierte que el sol le acaricia el rostro y se anima a observarlo y vuelve a hablar:

Juan: - Solo corre ahora por mi cuenta, el que mi corazón tome de la mano a mi espíritu y le invite a dar un paseo por los amaneceres que despertarán ante mis pupilas...

De su letargo lo despierta el golpe de un guardia en su reja, ello le anuncia que ha quedado en libertad después de estar tantos años preso.
Cuando está saliendo de la cárcel observa en frente un sol que le enceguece, da sombra a sus ojos con su brazo y agrega finalmente:

Juan: - ...Y así observo que en lo recóndito de mi alma también existen aquellos días con soles sonrientes y lluvias como cascadas...

Texto agregado el 10-08-2005, y leído por 140 visitantes. (0 votos)


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