He sentido que el sol se esconde...
he presentido la oscuridad de la noche,
pero aún así puedo ver la luz de las estrelllas:
ellas, tan misteriosas,
en las tinieblas se ríen de nuestra ignorancia.
Ayer estube observándolas
para alejar un poco la oscuridad de mi alma,
pero se rieron de mí,
saben que yo no se lo que saben ellas,
saben que guardan los secretos de mil mundos,
que son para mi desconocidos.
Aún así, la oscuridad me envuelve,
esa oscuridad, que me fascina y me atemoriza,
al mismo tiempo...
esa oscuridad,
de la cual, las estrellas con sus miles de ojos
se ríen también.
Malvadas ellas,
no respetan ni la quietud de la noche,
ni el lento vagar de los espíritus perdidos,
ni el silencioso esperar
de los demonios escondidos en las tinieblas,
nada respetan, ni mi tristeza,
ni mi dolor, ni siquiera mi llanto...
menos aún mi silencio.
La oscuridad desciende,
se establece en la ciudad,
entre nosotros
torpes mortales atados a nuestro destino...
y la luz del universo. |