Cuestiones de otros mundos


Me encuentro una vez más frente al vidrio, casi aleteando en la mecedora que dejó la abuela después de morir. El cielo es distinto acá, las moscas no llegan tal alto y las alas me crecen desmedidamente, con ese plumaje de los cisnes.
Ah!!!! Qué bello el elefante delante mío riendo a carcajadas.
Ajajaja!!!!, las hadas no dejan de bailar y el pecho comienza a extenderse ancho y la sangre fluye rápido. Siento ahogarme. El frío no está más porque las cebras se sacuden de sus rayas y desnudas de blanco relinchan. La Sabana multiverde no deja opciones: no estoy en casa, cuando el brazo crece hasta alcanzar la ventana que abre a un mundo deformado y turbio. No puedo dejar de reír al hablar con los murciélagos de este piso, con los ojos desorbitados por la luz. ¿Por qué se derrite el reloj? Adónde van las agujas cuando llueve?
Las uñas florecen primaveralmente y estoy afuera. Monto ese potro acerado.
Abajo 16 pisos. ¡Chau Tía Filomena! No me ves? Es mi tía que hace mandados por las mañanas. Nunca tuvo novio y está dedicada a las matemáticas...Jajajajaj
Enganchado a la cola del elefante hindú me transporto lejos. Soy aire sin carne.
¿Las moléculas se erizan o los poros se erectan? Los labios secos, tengo sed de camello y una sensación de vacío indescriptible me clava al piso. Abro apenas un ojo con el cual diviso el horizonte.
No, es el cielorraso. Tengo que pintarlo. Es hora que abandone los ácidos.