La luna ilumina con sus débiles rayos la oscura superficie del lago, a mi alrededor solo reina la oscuridad, la maravillosa oscuridad. El viento hace que la nieve flote a mi alrededor, debo tener el rostro amoratado a causa del frío, pero no me importa, pronto todo habrá concluido. Me siento junto a un árbol seco que extiende sus ramas hacia el cielo como si rogara que se ponga fin a sus sufrimientos de una vez por todas, y espero, no tengo ninguna prisa, no me importa esperar si a cambio puedo abandonar de una vez por todas esta cárcel que algunos llaman vida.
Ninguno de mis conocidos me comprende, no quieren entender que estoy tan cansada que quiero dormir no durante una noche, sino durante toda la eternidad, que solo la muerte puede proporcionarme descanso. Mientras ellos continúan con su fantástica vida: con sus preocupaciones, sus temores, y sus odios, yo estaré durmiendo rodeada por la oscuridad eterna, arropada por el sombrío lago que yace frente a mí y cuyas aguas pronto se abrirán para darme la bienvenida.
Mientras pienso esto la imagen de la luna comienza a temblar sobre el lago, como si ella ya conociera mis intenciones, entonces la ventisca me trae un sonido muy lejano, el sonido de unas armas: es él. Me levanto como puedo, deshago mi trenza y suelto el pelo, que ahora me llega hasta las rodillas, me quito la capa y espero sin cesar de mirar hacia mi tumba.
Una mano helada toca mi espalda: es él. Me vuelvo a tiempo para ver cómo se quita la capucha, entonces puedo ver unos ojos fríos y grises que me miran sorprendidos. Después escucho su voz, una voz grave que me pregunta:
-¿No tienes miedo?
No respondo, tan solo le dirijo una mirada suplicante, una mirada que quiere decir: “pon fin a todo esto.”
Lo veo esbozar una sonrisa cruel, ya está, todo ha concluido, pienso en cómo será en instante en que la hoja de acero de su puñal me conceda la muerte que tanto deseo, pero en lugar de suceder eso, en el último instante me mira como si hubiera esperado aquel momento desde hace años, y en lugar de matarme allí me coge en sus brazos y se arroja al lago conmigo. Las aguas se cierran a mi alrededor, lo último que veo es la imagen brillante y redonda de la luna. |