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Camilo estuvo pensando un rato como era su amigo y no logró recordar sus facciones, sentía en ese momento, la misma curiosidad que aquella tarde cuando deslizó un espejo bajo la puerta pero no pudo observar nada, solo la oscuridad, sin embargo lo escuchó cuando dijo jadeante.
.- No abras puertas, que luego, no estés seguro puedas cerrar....!
Sintió un escalofrió por todo su cuerpo al recordar como su curiosidad había dado paso al temor e instintivamente esa vez, su mano había retirado rápidamente el espejo y lo había guardado en su bolsillo.
.-Quien era realmente su amigo? Se preguntó Camilo.
Mientras caminaba hasta su casa, estuvo intentando recordar cuando era la última vez que había visto a su amigo y no pudo recordar nada al respecto.
.-Lo habré visto alguna vez? Se preguntó a si mismo y tampoco pudo recordar haberlo visto siguiera en una ocasión.
.- Y aquella hace muchos años, cuando el monje lo mandó callar? Se preguntó.
Recordó que ese día lo estaba buscando mientras le repetía.
-Vamos no te escondas!...! no te escondas!.
Recordó también que en esa ocasión el monje preguntó, .-Donde está tu amigo?
Y el había contestado.- Por ahí, escondido en alguna parte
El monje había mirado a uno y otro lado y al parecer no vio a nadie, por lo cual le había gritado:
.- Irrespetuoso!
Camilo no alcanzaba a recordar, cuando en realidad habían empezado las visitas al templo, posiblemente desde que estaba muy niño, supuso en ese momento. Estas eran inevitables y frecuentes a pesar del tiempo transcurrido. Siempre repetía una y otra vez la misma rutina; subía las escaleras en silencio, tocaba en forma tímida con los nudillos de su mano, colocaba su oído cerca de la puerta y cuando escuchaba la respiración jadeante, preguntaba
.-Estás ahí, me escuchas?
A pesar que muchas veces no obtenía respuesta alguna, Camilo sabía que el conocía de su presencia.
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