Me senté en aquel sillón de siempre, preparé el mismo exquisito café de siempre y prendí mi delicioso cigarrillo de siempre.
Comenze a leer ese libro de Sabato que jamás termine, simplemente porque no lo termine.
Pero después de un par de horas lo termine. Ese sentimiento angustioso que me deja un buen libro se acrecentaba por una reflexión final: Nunca más en esta vida dejaré un libro sin terminar.
No es la primera vez que me pasa, pero hoy decido que será la última...
Siempre, y esto si que es siempre, cuando retomo un libro de otros tiempos que deje inconcluso encuentro la respuesta o la línea que necesitaba en ese otro tiempo.
La angustia se acrecenta y comienzo a recordar todos aquellos libros que nunca termine, como mis historias, como mi vida....