Luna, luna
globo hechizado
escondido entre la bruma,
mancha de blanca laca
sobre la noche oscura.
Camino atiborrado
de vagos recuerdos
y antiguas dudas.
Camino indeciso
buscando un algo
que me contenga,
un abrazo, un amigo,
un perro flaco
que venga hacia mí
moviendo su cola,
un saludo matinal
de alguna esquina
saturado de viejos olores,
olores de barrios florecidos,
o en un teléfono
me digan: Te quiero.
Luna, luna,
excusa ambigua
de mil perezosos poetas,
que me miras divagar
entre las sombras,
fantasma de un espíritu equivocado,
pájaro ciego
en vuelo desesperado.
Luna,
que no sé quien soy
y quien era me aturde de dolor,
que la muerte me sigue
con su murga macabra,
con su negro tambor
y su trompeta de plata.
¡Algo, alguien
que la detenga!
¡Alguien que grite:
Que solo no estoy!
¡Que solo es un sueño
y no he de morir hoy!
¡Algo o alguien
que frene este río
de tibia lava
que por mis venas se desangra
y me lleva con él!
Algo, algui...
Y la mañana me encontró yerto y frío sobre el templado rojo de la roca,
por los buitres, que sobre mí en círculos volaban.
Aún miraba la luna con una dulzura desesperada.
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