Mientras camino
por los fríos pasillos de la facultad,
pienso en ti.
Tus cabellos son cabellera única,
se entrelazan y enredan
en mis dedos lejanos.
El aroma de frutas frescas
me invade,
y miro para el lado,
por si estás y no te he visto.
Me acompañas a todos los rincones,
como brisa marina
o rayos de luna por las noches.
Si me olvido
de acordarme que no te puedo olvidar,
la furia de tu cariño ausente
se hace presente,
serenando mi alma atormentada
por la ilusión de perderte.
Mientras camino
por un camino de flores,
pienso en ti.
Las veo, de todos colores,
indistinguibles aromas y contorsiones.
Incluso las podría cortar,
y cuidarlas por un tiempo,
hasta que me abandonen.
Me da rabia que tengan celos de ti.
Nuestras raíces se entrelazan en la tierra,
no buscan agua o minerales,
solo amor, del más puro,
del que llena la vida.
Si algún día sientes
que he dejado de evocarte,
es porque ya no estás con los vivos
pues aún en mi muerte,
no podría dejar de besar
tu blanco cuello,
de acariciar las suaves
colinas de tu pecho,
ni de fundir mis labios
en los trópicos de tu ecuador.
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