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LA LIBERTAD ES INDIVISIBLE.

En estos días leía a Bakunin y sostenía la indivisibilidad de la libertad, a titulo de ejemplo evoca la historia de la esposa de Barba Azul, su marido puso a su disposición todo un palacio, el cual podía recorrer, ver y tocar todo con una sola excepción, la prohibición expresa de penetrar en un cuartucho, dicha prohibición la ordenó su esposo con la advertencia de que la trasgresión le acarrearía la muerte.
Como era de esperar la esposa de Barba Azul concentró su atención en la habitación prohibida y violó la norma, lo que le ocasionó la muerte.
Bakunin desde el punto de vista político nos dice: “Se puede responder que el Estado, representante de la salud pública o del interés común, sólo suprime una parte de la libertad individual de cada cual para asegurarle el resto. Pero ese resto es la seguridad, si queréis no es en absoluto la libertad. La libertad es indivisible: no puede suprimirse una parte de la misma sin matarla toda. Esa parte que suprimís es la esencia misma de mi libertad, lo es todo. Por un movimiento natural, necesario e irresistible, toda mi libertad se concentra precisamente en la parte que suprimís, por pequeña que sea.”
Intentemos concatenar la idea de la indivisibilidad de la libertad a mi teoría de la existencia de una Voluntad Irresistible.
Así tenemos que el espíritu humano, natural y espontáneo es de por si explorador. Si colocamos a un niño en medio de una habitación de inmediato inicia una labor de exploración recorriendo la habitación, tomando y arrojando las cosas, existe esta necesidad inmanente de entrar en contacto con las cosas para conocer la respuestas de nuestro centro sensible ante el intercambio experimental con el entorno, para tomar postura acerca de nuestra satisfacción o incomodidad con ese exterior ajeno y extraño en principio, que después de recorrer y palpar rechazamos o hacemos nuestro.
Ahora, intentar convencer a la esposa de Barba Azul que su intrepidez de conocer de primera mano, carece de sentido lógico ante la posibilidad de un castigo tan severo como la pérdida de la vida, no toma en consideración la inconmensurabilidad del espíritu humano, éste se revitaliza en la experiencia sensible, se ilusiona y renueva sus fuerzas para animar al ser a existir, de allí que la claudicación de la sufrida esposa sólo revelaría la renuncia al furor del espíritu humano y de por sí a la libertad.
Barba Azul debió decirle a su esposa este es el palacio entra, recórrelo, transítalo, siéntelo, para que después en sintonía contigo, que es decir en plena libertad con tus sentidos tomes tus decisiones.
Definitivamente tenemos que aprender a desarrollar el órgano que nos permita descifrar e interpretar los pensamientos del cuerpo, nuestros sentidos arrojan el dictamen, que no es otra cosa, que la exposición franca de la sensualidad total, si una nota resuena y te hace vibrar eres libres de decidir en sintonía con esa melodía, debes omnipotentemente pararte sobre tus piernas y avanzar.
Por el contrario, lo que sucede en la mayoría de los casos, cuando el agente es puesto en la disyuntiva de forma aprehensiva, recurre en primer término a la disquisición lógica-racional, y se inicia un debate de razones, un paseo de escenarios, posibilidades, beneficios y pérdidas e indefectiblemente se adopta la razón que resulte victoriosa en esta contienda encolerizada de razones. Resueltamente, nuestro pensamiento se impone a nuestro cuerpo, invertimos la naturaleza del fundamento interno, el “yo” es aplastado hasta pulverizarse por las razones.
Por lo tanto lo innovador, precioso y vitalizante de la teoría de la Voluntad Irresistible, es que subordina la razón práctica al impulso del instinto, a la pulsión de la intuición, nos dirige para que retornemos a nuestro cuerpo y que lo consideremos el templo sagrado que nos devolverá la resonancia con nosotros mismos. Para ello debemos estar atentos, mirar al pasado para observar qué nos apasiona, en qué aplicamos deliciosamente el tiempo, con quién, con cuáles cosas nos rebosamos de satisfacción, para después, incorporar el andamiaje de la razón, la superestructura de la deducción a ese propósito elevado que es meta y camino al mismo tiempo.

Texto agregado el 07-08-2005, y leído por 167 visitantes. (0 votos)


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