CARTA A NIETZSCHE
Caracas, 05 de Agosto de 2005.
Joven Profesor Nietzsche:
Para mi es un placer dirigirme a Usted, con la confianza que me confiere el haberle leído, en esta misiva me propongo comunicarme al hombre sensible y no al filósofo contemporáneo que con sus manos abarrotadas de rayos como Zeus, los hizo tronar sobre la tierra y el estruendo seguirá resonando en los siglos por venir.
Es mi finalidad entablar una comunicación humana, demasiado humana con el hombre y no con el filósofo.
No es de extrañar que el mensaje más trascendental de su obra sea la denuncia del nihilismo, ese nihilismo que, como polilla hambrienta devora desde sus cimientos a la sociedad moderna, ya Flaubert con su Madame Bovary lo retrató estupendamente, pero usted lo desenmascaró de imprevisto en plena la calle. Tal como lo aseveró en más de una oportunidad, que la denuncia del nihilismo le correspondía al más grande nihilista.
La educación conservadora impartida por un padre, que partió tempranamente, dejando un surco luterano seguido fielmente por su madre y tías que se hicieron cargo de su educación, le inyectaron directo a la vena una doctrina religiosa.
No resulta peculiar que la exploración del mundo se haya iniciado desde la filología, y la necesidad de explicar lo inextricable del universo, sus enigmas, entre ellos el ser humano. De ahí que los primeros pasos serían embutidos en la teología y la filosofía griega, de los cuales surgieron los primeros trabajos académicos, que de inmediato le granjearon la admiración y el reconocimiento en el ámbito universitario.
Pero el desvelamiento de un poro de la realidad del mundo trajo necesariamente y, como a las grandes personalidades que se desmarcan de su época y de la línea religiosa impuesta por sus progenitores (primera naturaleza), el desembarazo de la vena teológica-metafísica.
El abandono de Dios y su declaratoria de muerte le acarreó aquella amarga carta de su madre, la cual al leerla me hizo brotar inmediatamente una lagrima triplemente salada, mi cerebro no podía procesar que la madre le dijera al hijo, que constituía una vergüenza para su padre; que éste debía estar ¡revolcándose en su tumba! A veces, amando destruimos lo amado, no dudo del amor de su madre, pero la necesidad de dominación de la mujeres y los niños, los convierte en ciertos casos en seres crueles e implacables, y me resultó desgarrador que su madre invocase la memoria del padre para hacerle saber que lo defraudaba absolutamente y que todos sus postulados se iban al retrete, ante la mirada absorta de sus seres más queridos.
Después vino la guerra y la enfermedad que le privó de salud, introduciendo en su vida el signo de un cuerpo enfermo, representado por jaquecas infernales y pérdida paulatina de la visión, que calamidad un pensador que sufre de dolores de cabeza, un escritor que no puede leer lo que escribe; pero una férrea voluntad se sobrepone a las circunstancias difíciles y hasta se regodea en doblegar a una adversa circunstancia.
Abordemos su pasión por la música y en especial por la opera Carmen de Bizet, esta pasión lo delata ante todo como artista, más que como sombrío filósofo.
La música se siente o no se siente, para aquellos cuerpos sensibles que la sentimos es expresión de vida, es un torrente que palpita y vive como nítida expresión del corazón; considero que ese amor por la música mal asimilado le hizo incurrir en un espejismo en su admiración por Richard Wagner, un músico excepcional pero como buen músico excesivamente pulsional insigne representante de una voluntad reactiva; al punto de seguirle un juego al rey que pretendía favores carnales para conseguir el apoyo a los proyectos faraónicos que caprichosa y recurrentemente borboteaban incesantemente en el pecho de Wagner.
Honestamente comparto con usted que lo más valioso de Wagner como ser humano, era su esposa Cosima.
Como muchos usted confundió la obra con la personalidad y el carácter del artista. Que difícil hacer la escisión entre el artista y su obra, uno debe llegar a adquirir la frialdad de un embalsamador de cadáveres, para dejarse llevar y arrullarse como un niño por la obra; y al mismo tiempo enfriarse ante el artista y entender que la obra tiene vida propia y esa vida es ajena a quien la produce.
Siento que nunca perdonó el reconocimiento que la época le brindó a Wagner; para hablar con franqueza a fin de cuentas envidió su celebridad. Somos humanos, no es sencillo saberse descubridor y no ser considerado, y hasta lo que es más grave apartado, atacado y censurado.
Personalmente estimo como la fase más fascinante de su existencia, ese fugaz, pero profundo tramo de vida que logró la confluencia de tres personas, cada cual a su manera dejó un legado invaluable por su perspectiva, me refiero a los tres (3) amigos captados en un retrato en una carreta para la posteridad, a petición suya, ellos son: Paul Rée (abogado, médico y filósofo), Lou Von Salomé (feminista y sicoanalista) y Friederich Nietzsche.
Que lastima que el transcurso inefable del tiempo borró, como las huellas en la arena bañadas por la ola, esa conjunción estelar, hoy sólo contamos con algunas referencias, un puñado de cartas y la versión de cada uno de los miembros de la asombrosa trinidad, que no daría por haber sido testigo de una tertulia entre tales titanes de la filosofía, la sicología y la sensibilidad humana.
Lógicamente que, Lou no iba a dar cabal cumplimiento al mandato bíblico adjudicado como destino fatal a las mujeres “parirás con dolor y obedecerás a tu marido”; pero me pregunto ¿Por qué pretender que Lou se transfigurase y no permitirle volar con alas propias?; ¿Por qué intentar poseer a otra persona hasta el tuétano de sus huesos? Es acaso esa la esencia indiscutible del amor, es que amó a Lou y al amarla necesariamente tenemos que poseer totalmente al objeto amado, como cuando tenemos una bella y exótica ave tropical confinada en una jaula, para que su belleza y perfección sólo agasajen y deslumbren a su poseedor, me pregunto ¿es esa la promesa del amor en los seres humanos?
¿Dónde queda el perspectivismo? Esa visión que vive, suda, sufre y muere por sus convicciones, pero a la vez tiene la amplitud para aceptar las convicciones de los demás.
¿Por qué inmersos en nuestro círculo de tendencias y deseos, declaramos razonables y justas nuestras inclinaciones? pero percibimos malhechoras e insanas las inclinaciones de los demás, tan sólo porque escapan de nuestro círculo de tendencias y deseos.
Después de usted un Latinoamericano llamado Borges arribó a una metáfora muy ilustrativa para representar qué entendemos por realidad, él dijo que la percepción de la realidad era como pedirle a tres (3) ciegos que describieran un caballo, pero cada ciego había conocido el caballo por una zona diferente, así: el primer ciego dijo que el caballo parecía un ramillete de pelo lacio que vapuleaba de una lado a otro (conocía al caballo por la cola); el segundo ciego que tenía la forma de una vaca (conocía al caballo por la barriga) y el tercer ciego que soplaba calidamente desde un cráneo alargado (conocía al caballo por la cabeza). De la misma manera, los individuos creemos en la realidad y veracidad del mundo por la ínfima parte con la que tenemos contacto.
Para cerrar con Lou, ese su imposible gran amor, tal vez intento de dominación y posesión de su parte e indomabilidad de parte de ella, sin contar con la intervención maliciosa, perniciosa, celosa y egoísta de su hermana Elizabeth que después del festival la retó y fastidió sin pretexto razonable, más allá de no soportar la independencia de aquella mujer, inteligente y con una belleza rusa diferente.
Sostengo que el futuro de la humanidad no se fomentará en los hombros robustos de los hombres, sino en los perfumados y delicados hombros de las mujeres. El mito de las amazonas no se ha iniciado aún en la faz de la tierra, pero llegará y será un fenómeno jamás visto, y esta premonición tiene una explicación a flor de piel. El hombre moderno está cada vez más dividido (trabajo, familia, política, etc.) sólo procura confort y todo lo mira con el ojo de la utilidad y el rendimiento, ha abandonado más abrupta y trágicamente el cuerpo sensible, pero ese cuerpo sensible en mayor medida sigue siendo defendido por las mujeres como eje de sus acontecimientos, por esto el futuro les pertenece a las mujeres, los hombres son cada vez más borregos, mientras que las mujeres son cada vez más divinas.
Usted tiene entre sus laureles haber vaticinado el fracaso absoluto del comunismo hace más de 100 años en plena euforia del marxismo.
Fuimos testigos de innumerables políticos y artistas de inicios del siglo XX se tragaron el anzuelo del comunismo y con sumo placer. De la misma manera fue acérrimo enemigo del antisemitismo que se apoderó de Alemania, y que trataron de contagiarle desde el seno de la familia a través del esposo de su hermana, que emprendió sus proyectos antisemitas desde Paraguay. Usted siempre lo rechazó e instintivamente se apartó de esa ideología discriminatoria. Lamentablemente su hermana después de su fallecimiento en 1900, especuló y manipuló la obra del filósofo para hacerla ver bajo la lupa de las preferencias, necesidades y propósitos mezquinos de la hermana que lo sobrevivió.
Concluyo mi carta para manifestarle su motivo más profundo, y es que, el mensaje capital de su obra no está contenido en sus teorías (voluntad de poder; eterno retorno; superhombre); ni en la obra central de su pensamiento Así Habló Zaratustra; su mensaje más trascendental lo dio como hombre y de seguidas me explayo en esta idea.
Usted hizo de su vida la más exquisita obra de arte, confió en el carácter artístico de la existencia, en la cual se acepta la presencia del dolor y el sufrimiento, pero al mismo tiempo somos centros sensibles irrepetibles, es decir, nadie puede morir por nosotros, en consecuencia, nadie puede vivir por nosotros, en medio del centro de sensibilidades perfectas que cada quien es.
En esta época de modernidad donde la vanidad en los seres humanos dicta su modo de comportamiento y donde la única vía de alimentación de esa vanidad es trabajar por los objetivos que la sociedad reconoce poder, dinero, fama y seguridad. El destino natural de nuestra sociedad moderna es sepultar el centro de sensibilidad perfecta de cada quien, para suplantarlo por una intelectualización de la sensibilidad para convertir al hombre y la mujer modernas en unos administradores de pensamientos, me refiero a una racionalización de los sentidos a través del dictado de la razón, la dialéctica y la lógica, ¡esto es una catástrofe!
Emerge un filósofo fuera del rictus académico que invita a recuperar la jovialidad, a través de la creación de nuestros propios valores, aquellas circunstancias que responden a la esfera más íntima, sentida y sensible de cada ser humano, como recomienda Ortega y Gasset, “yo soy yo, y mi circunstancia”, en consecuencia, salvo la circunstancia con la que me siento vinculado, de la que sinceramente formo parte, o estoy perdido.
Entonces, su postura fue la de soltar esos objetivos tan ordinarios y repetidos en toda sociedad e ir tras los postulados más subterráneos de su naturaleza. Abandonó las clases de la universidad, viajó constantemente persiguiendo los climas favorables para su salud, alcanzó intervalos en que podía volcarse íntegramente a sus pensamientos y a la redacción de su obra, sobrevivía con una módica pensión universitaria, en medio del silencio de la soledad, porque obviamente no fue comprendido por su época, muchos de los llamados amigos se apartaron y le dieron la espalda, usted aceptó el carácter trágico de su existencia, con valentía. Igualmente, permanecieron fieles otros amigos admiradores irrestrictos de su obra, se le acercaron muchos intrigados por el producto de sus reflexiones, a quienes les comentó sus trabajos, vivió inmerso en contactos y ajetreos propios para la edición de sus libros, en fin cumplió en carne propia lo señalado en su metáfora del camello, el león y el niño.
En su vida como un camello cumplió inicialmente los objetivos de la sociedad (profesor universitario); después luchó ferozmente como un león para desprenderse y sacudirse esos valores ajenos, pesados y vetustos (se despidió de amigos, universidad y entorno que lo alejaba de usted mismo) y por último con la inocencia del niño y el candor de la infancia, consiguió el regreso al paraíso perdido y recobró su juventud. Ese momento en el que dejamos que la existencia ruede y haga su juego, porque ya nos asimos como náufragos a un mástil, el mástil de lo que justificó para usted vivir, muy pocos lo consiguen y pueden ver a los demás a los ojos para decirles que están en lo de ellos, en su proyecto vital, traiga bienestar o complicaciones.
Este es el verdadero mensaje de su obra, el verdadero sentido aristocrático de su mensaje, que en nada tiene que ver con discriminación, usted apostó por la vida artística, y esa vida artística no es hacia fuera, ser el artista para la sociedad, sino hacia adentro ser artistas de nosotros mismos, más allá del bien y del mal.
Lo que muchos desconocen, es que una vez que uno consigue congraciarse con su realidad y festejarla realizando las actividades que manan del cuerpo, que conspiran con él y que lo repotencian, lo vigorizan para continuar con la travesía, muchas de las cosas que a los ojos de la gradería es una desventaja, o una pérdida, para nosotros es la conexión más sentida de la esencia con el entorno, el mejor medio para el desarrollo de la personalidad, el rescate furibundo y a toda costa del “YO”.
Ahora, lo que veo en los ojos de los seres humanos es miedo, miedo por el futuro, miedo por el remordimiento del pasado, pero no observo el rescate del que hablamos.
Lamentablemente todavía hay pocos oídos lo suficientemente valientes para aceptar este mensaje y el hombre y la mujer contemporáneos se debaten entre el pesimismo oscuro de la nausea, ese vértigo, ese miedo escalofriante e incisivo, que todo lo aprecia negro, fatal y neblinoso. Y de la otra mano, el optimismo de cartón que te ordena levantarte y mantener una sonrisa clavada al rostro ante cualquier hecho; que te sugiere repetir cien veces para que tu alma lo escuche que te encuentras bien, pero al final sientes que, como cuando usas una mascara de plástico para carnaval, engañas a los demás representando algo que no eres, pero por dentro lo sabes e incomoda el sudor en el rostro, no te deja ver bien, estas hastiado y deseas arrancarte esa máscara de una buena vez y salir corriendo de la supuesta ceremonia de celebración.
Particularmente, siento que cumplí con su mandato, lo leí, lo abrace y lo solté, y lo dejo ir.
Lo comprendí como eterno joven, profesor y artista, lo acepté con sus inconsistencias que como todo ser humano lo invadieron.
Con toda humildad y hasta con un atrevimiento indecible he creado un átomo nuevo al universo, es mi concepción que bautice como “Voluntad Irresistible” y que represento en una visión que llamo “piedras con aletas”, ambas matizadas en un “Manifiesto Postnihilista” que a continuación le envió para su consideración, se despide afectuosamente.
Enrique Guillén Niño
Caracas-Venezuela.
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