.-¿Quieres ser feliz?-le preguntó el viejo sabio con derroche de prudencia y equidad, al joven imprudente e ignorante.
.-Pues,…..si, ¿Por qué no?-le contestó el iracundo con hastío y desenfado.
.-¡Móntate conmigo!.-el sabio respiraba lentamente como disfrutando cada palabra que pronunciaba, con elegante erudición.
.-Pero,…¿hacía donde vamos?.-le preguntó incrédulo y fastidiado.
.-El camino hacía la felicidad es largo y tedioso, pero seguro, cuando cierras los ojos y sientes que el amor te los abre, con el reto de volverlos a encerrar, pensando en lo bello que es la vida sin importar si eres pobre o rico, blanco o negro, si es de noche o es de día, si sientes calor o tienes frío. La felicidad es esa luz cuál brilla en vida y solamente se apaga, cuando lo quiere, quien con gran amor, nos creó….¡Dios!.-
El joven y el sabio, sin embargo, tomaron caminos diferentes con el indómito deseo, de ser felices ambos,...¡Desde dos puntos de vista!
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