Y... la opinión pública es tan manejable aquí como en el mismísimo cielo, dijo Zoilo López y eso que don Lolo sabe del cielo. Por aquellos tiempos habían llegado, a arriba, rumores de todo centralismo todopoderoso era malo e ineficiente; Dios, en un principio se sintió ofendido, pero luego, al ver la publicidad del sistema se dejó convencer. A partir de ese momento él no decidía más quién iría al cielo, y quien al infierno, sino que tan trascendente decisión sería tomada por el muerto. Y aunque todas las deidades estuvieron algo extrañas, tanto ángeles y arcángeles, cómo demonios menores, sátiros, y bestias antropoformes comenzaron a definir su estrategia de venta. Se hizo un estudio pormenorizado del mercado y
se habilitó al ex- purgatorio como sala de informes, espera y conferencias.
Algunos ángeles copiaron a los vendedores de dioses de la tierra y andaban, casa por casa, con un evangelio y una lista de precios.
Los demonios, por su parte, dejaban libros y fotografías sobre el infierno, que luego eran recogidos por infernales promotoras.
A Ramón Gutiérrez, un ex jugador de póquer que murió hace unos veinte años, le había tocado coordinar un grupo de demonios que intentarían levantar la imagen del averno.
Dios y su equipo se mostraron bastante liberales, llevaban como estandarte la imagen de José, un simple carpintero del tercer mundo que había logrado ser "el padre" (?) de Jesús, y con eso, la gloria eterna.
Decían que cualquiera que eligiera el cielo podría superarse.
En medio de este enredo, y sin saber por qué, Zoilo López se murió y venía subiendo las escaleras despacito; a él le habían contado, las ánimas de sus parientes, sobre la luz blanca al final del túnel, y cánticos celestiales, y una sensación de paz inmensa... ...Pero nada le habían dicho de los carteles luminosos o los ángeles ambulantes que te perseguían de nube en nube con un catálogo del cielo.
Para peor de males, estaba lloviendo, y en el cielo la lluvia no cae, se desprende uno en vez de mojarse se seca, la boca se te pone pastosa, necesitás tomar algo, entonces caían las promotoras de Satán con una Coca fresca y que querían vender una estadía tropical...
Y un querubín con un megáfono que alababa al cielo...
y las putas del infierno que discutían con las del paraíso... y el cielo y el infierno... y el cielo y el infierno... y don Zoilo, con la cabeza que le daba vueltas, se volvió por donde vino...
y resucitó.
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