EN MIS LIENZOS
Yo también estudié en esta universidad, pedagogía eso sí, me titulé hace dos años, nunca me fue mal, pero me equivoqué de carrera creo, la verdad, pa´ serte sincero yo me he equivocado hartas veces en la vida, como todos no más, pienso, lo que pasa es que depende del condoro que uno se mande ¿O no?....
Así empecé a contarle mi vida al Marcelo, lo conocía apenas y terminé contándole mi historia, el Marcelo estudia psicología, él estaba leyendo y le fui a pedir fuego…
El cigarro me tiene cagao, esa es otra marca pa’ siempre que me dejó la Eva... Lo de que me equivoqué de carrera es porque lo mío siempre fue el dibujo, debería haber estudiado algo más relacionado. La cosa es que por el dibujo conocí a la Eva, era rara la mina, como rebelde, típica mina demasiado “expresiva”, medio gritona, pero tenía una cara especial, y yo, aparte de que me gustaba mucho y se llamaba Eva, no sabía nada más de ella. Un día en la cancha de la U, empecé a dibujarla haciéndome el gueón no más, como mirando pa’l lao... Ella estaba conversando con sus amigos así que yo estaba pasando piola, pero de repente se dio vuelta y me mandó el grito...
-¿Me estai dibujando?
Yo me asusté y le respondí que no...
-¿A ver entonces?... ¡Trae pa acá!
Yo no sabía que hacer, así que, como buen chileno, entré la guata, saqué pecho y fui...
-¡No está mal!, ¡Tenís la pura cara!...
me reí y me dijo; - “Si me querís dibujar con más tranquilidad, llámame”...
Me pescó la mano y me escribió con lapicera azul su número, el número de la Eva, el número que yo tanto quería tener...
No sabía si llamarla o no, hasta que la llame nomás, total no perdía na’, lo del número no me había ni costado conseguirlo así que,... ¿Qué tanto? ¡Era tanto!, ¡Era tanto!, La Eva me dijo que No, que no había sido en serio, pero que le diera mi dirección por si un día le daban ganas de que la dibujaran... se cagó de la risa y eso fue todo. La Eva estaba pololeando y eso a mí me constaba, yo la había visto siempre colgá del cuello del pololo, y mi tío no era de los más simpáticos, así que me encomendé a todos los santos pa’ que a la Eva no se le cayera el casette. Pasó el tiempo y la Eva me llamó pero me llamó llorando, me dijo que no le preguntara na’ que venía pa’ mi casa y ahí me lo explicaba todo, me imaginé lo peor... que tenía sida, cáncer, que se le había muerto la mamá, el papá, o la mascota, las minas lloran casi lo mismo por cualquiera de esas cosas, o lo peor de lo peor, que le había contado al pololo, que éste le había sacado la cresta a ella y ahora venía por mí... Me puse a tomar café como loco, a ensayar mis añejas patadas de karate y todo eso, las que me aprendí cuando chico... no sabía que hacer, no alcancé a pensarla dos veces y la Eva ya estaba en la puerta...
-Hola... (Le dije con cara de gil)
-Hola... (Me dijo con la pintura corrí’a), ¿Puedo pasar?...
La Eva me pidió disculpas por reírse de mí, hasta ahí iba bien, o sea, le entendía lo que decía, pero después empezó a hablar más rápido, entre llanto y mocos, me dijo que no tenía amigos, que todos la odiaban, que nadie le decía la verdad, que estaba gorda y comía por ansiedad, que sus papás eran separados, que el pololo era un maricón desgracia’o y ella una estúpida por quererlo, que le estaba yendo mal en la universidad y que le prestara pañuelos y que no la mirara tanto porque se veía horrible llorando, que le dolía la guata, que los papás la habían mandado lejos porque no la querían, que era de La Serena, una ciudad fome y más encima ella era alérgica a la papaya y etc, etc, etc...¡Y todo lo dijo como en tres minutos!
Bueno con todo el cuadro hecho saqué mis conclusiones: La mina de mis sueños era un atado de rollos y trancas, sinceramente ni siquiera caché cual de todos los rollos era por el que estaba llorando, pero no le quise ni preguntar...
Así, la Eva se apoderó de mi casa y la tomó como si fuera su Hotel California y decidió, no sé en qué momento, cambiar a su pololo por mí, me sentí re poca cosa... pero cuando iba a decirle que yo no era parche de nadie, ya estaba enamorado de ella y la Eva también claro, pero de su ex. Cuando yo fui a reclamarle amor a la Eva, ella ya estaba dentro de mí, de mi vida, de mi cajonera, del refri, de todo. El ex de la Eva me llamó un día en la universidad y yo sentí el combo en el hocico mientras caminaba hacia él, me dijo;
-¡No hay drama, socio!, La Eva es así, yo anduve tres años con ella y aprendí a conocerla... y harto.
¡Esa fue una advertencia! pero yo estaba muy ocupado en seguirla queriendo y seguirla retratando en mis cuadros, jamás tuve modelo más ideal... La Eva siempre siguió enamorada de su ex, los primeros meses todo iba bien, después la Eva empezó a hablar menos y a dormir más... Era como si soñando la Eva se juntaba con él de nuevo, y él la quería, y todo bien... Yo tomaba pastillas para dormir, estaba cansado siempre, quizás hasta deprimido y no me di cuenta, yo quería entrar en los sueños de la Eva, ser yo el que le diera el beso, ser yo el que le hiciera el amor, ¡Pero no podía ser!
De día parecía como si la Eva me odiara a muerte... juro que pasaban días sin que hablara una palabra, ¡Pero tampoco se iba de la casa! Y yo tampoco me atreví a echarla, yo la quería más que la cresta, no podía... la Eva parecía muerta, andaba pálida, silencio total, distante, es que siempre fue ajena, la Eva nunca fue mía... Yo no me cansé nunca de mirarla, aprendí a observarla, aprendí a conocerla, la Eva tenía un misterioso modo de ser que yo, de tanto observarla, llegué a predecir, yo sabía que días eran buenos para ella y, lamentablemente, también sabía que días iban a ser pésimos... tanto para ella como para mí.
Bueno, de tanto pintarla, memoricé el cuerpo de la Eva, podía retratarla sin que ella estuviera, le robé los colores mientras dormía, reproduje en mis telas sus gestos hasta casi hacerlos míos, la Eva sin saberlo ya me pertenecía, así que lo que viene después no me afectó tanto, casi nada... la Eva me iba a dejar, y lo hizo.
La Eva se fue un día jueves en la noche, me dijo que quería irse, que me odiaba, que yo era un inútil, y la tenía enferma con mi cara de gueón, mis cuadros y mis guevas de arte, que iba a volver con su ex porque él sí la entendía, y que el año que había vivido conmigo era un año perdido y que yo no la buscara nunca, porque se iba a ir a la cresta. Yo nunca más la busqué... Yo la dejé libre, porque sabía que no lo sería nunca, a fin de cuentas, me sentía más culpable que abandonado... Yo había atrapado a la Eva en mis lienzos, yo le había robado la esencia, los colores, los gestos, yo podía retratarla cuántas veces quisiera sin tenerla, la Eva estaba encerrada en cada cuadro de mi casa, la Eva... ¡Era eterna prisionera de mis pinceles!... Ése fue mi error, y todavía lo pago, en el miedo constante que sentía de perderla, la fui encerrando en mis cuadros, y en mi taller la Eva nacía y moría según lo que yo trazara en mi lienzo... Desde el día en que se fue, la Eva vuelve una y otra vez acá a mi casa, va a mi taller, me busca, me llama, me persigue y me odia, pero ni siquiera sabe porqué, tiene claro que no me ama y que yo tampoco la amo a ella, pero la Eva viene a reclamarse, y yo sólo tengo cientos de lienzos para los que ella jamás posó... yo sé que la Eva trata desesperadamente de amar a alguien, ¡A quien sea!, me dice, pero no puede, está vacía, yo le hice daño a la Eva, ella se siente perdida, y me odia porque siempre termina llegando a mí...
Lo que yo no sé... es cómo la Eva soporta seguir vagando por el mundo, tratando de ser, de amar, o de sentir... la verdad es que no sé como la Eva soporta seguir vagando por el mundo y a la vez ir... desdibujándose.
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