Caminaba por la calle y ..un momento, ¿es usted feliz?, pues yo no lo soy. Quien sea o lo que sea que me haya inducido a escribir una novela romántica debe estar mal de la cabeza. ¿Inspiración?. No.
Bueno, prosigo con la historia. Caminaba por la calle, con un bastón y un sombrero negro (detalle que había olvidado mencionar), cuando divisé a mi gran amigo Agustín. Le hize una seña con la mano para que viera que lo había reconocido. Cómo odio cuando, caminando por la calle, no soy reconocida. ¿No lo odia usted? Bueno, quizás exagero, no creo me haya pasado muchas veces, pero mejor continuo con mi historia. Agustín, joven practicamente alvino, vestía de lo más formal y caminaba con esa sutileza deliciosa que hace perder la cordura a quien lo ve. Tan gentil, tanta belleza en un solo hombre, imposible. Será acaso... una mujer? No lo creo, quizás.. puede ser, esa fina curva de sus labios, su suave piel, raramente vista en un hombre, podrían significar que es una mujer. Alomejor, yo soy un hombre, él una mujer. Qué confusión. ¿Se imaginan a Agustín, joven de rubios rulos y cristalinos ojos, con un vestido y zapatitos de charol? Yo sí. Esta decidido, de ahora en adelante Agustín será mujer. Yo, ¿tambien? No sé.
Agustín caminaba por la calle, recibiendo piropos de quien la vieran, cuando pasé a su lado, le hice una seña con la mano y le dije lo bella que se veía. Él o ella, como sea.. llamemosla ell. Bueno, ell caminaba lentamente y con una gracia increíble, sus caderas se balanceaban al son de el canto de los pájaros, las hojas.. Sus rizos mantenían el mismo ritmo y sus labios, mas rojos que nunca, denotaban una sonrisa.
Me aburrí, lo siento. Es cierto me he quitado un ocio de ensima.. pero la exquisites del ocio me ha llamado de vuelta.
¿Sigo? Sí. ¿Por qué? Qué se yo..
Otro día, caminaba por la calle y me encontre con mi buen amigo Henry y lo maté, nada mas.

Agustín