Veo el minutero del reloj cómo mide los segundos del tiempo, mesurado, que avanza, en mi pensamiento.
Solo percibo el humo del cigarro y veo cómo avanza, el movimiento, en esa particular forma, cenicienta, de consumirlo. EL café ya lo terminé, y el periódico, lo acabé de leer.
No te veo en el calendario, ni en mi agenda. Ya no estás en la billetera, ni tengo una imagen que te recuerde.
Tu número ahora no existe y he querido borrarte de cualquier hoja en blanco, con tu nombre.
Sí. Y aunque olvidarte quiera, y no te vea ¿cómo hacer para borrar el testarudo pensamiento, de la mente que piensa, y mide el recuerdo, atemporal de la vida?
Lo vivido, no hay forma de olvidarlo, aunque quede una falaz opción, imposible de hacerla verdad: autoconvencerme que nunca existió. |