Un cigarro y toda la satisfacción de andar cautivos cuando sólo tul nos separa de los mil ojos, de los mil dedos acusantes. Nada mejor que descubrirte derrotado ante mis manos. Nada más parecido al cielo que saborear la oscura luz de tu mirada.
Texto agregado el 05-08-2005, y leído por 239 visitantes. (3 votos)