Camino en silencio. Recorro el lugar. Cada una de las habitaciones vacías.
Observo cada rincón. Manchas caprichosas en paredes desnudas de afectos.
Ventanas que no dejan entrar el dia. Escaleras desencajadas y crujientes.
Puertas quejosas. Y el de goteo incesante y monótono de las canillas.
Todo la casa (como un enfermo terminal) es un gemido.

Escuchos ruidos que descienden del piso superior.
Subo y los chirridos de los tablas de madera, silencian mis pasos.
Entro al cuarto y me hallo con mi infancia.
Mi casa de muñecas. Tomo una.
Giro y sin darme cuenta un espejo me devuelve una imagen.
Me acerco lentamente. Muy despacio.
Cuando llego a estar frente a ella, la veo muy claramente.
Una ventana se golpea fuertemente por el viento.
Salgo, sintiendo que mi alma se partió como una copa vacía.
En el piso, quedo la muñeca. Le faltaban los ojos.

Jazmin