Acostumbrada a la soledad, la televisión, sus libros y su música favorita, Daniela, hija de una familia acomodada y conocida en el pequeño pueblo…. Era una chica tímida, la gente desconocida la amedrentaban, a penas saludaba y se iba del lugar, no soportaba desconocidos en su casa, Hasta que un día como cualquier otro, al menos eso pensaba ella, su vida pasó a tener sentido, conoció a Rodrigo.

Ahora te voy a contar la historia de cómo se conocieron Daniela y Rodrigo…
Ella iba llorando por un bosque cercano a su casa, su padre había muerto el día anterior; para ella había pasado como “algo del destino”, pero rompió en un mar de lágrimas cuando vio caer una hoja de un frondoso árbol; se avecinaba el otoño y pensó que ese era el comienzo de una serie de cambios que llegarían a invadir su vida. Fue entonces cuando se acercó un muchacho… se veía un poco mayor que ella; él muy curioso y con interés le preguntó qué le pasaba, a lo que ella respondió con un muy fuerte abrazo de miedo y de tristeza… le contó su historia, al terminar le preguntó su nombre, a lo que él respondió: Rodrigo… y tú? – Daniela.
Se percataron de que estaban muy bien junto, hablando de sus vidas, triunfos y fracasos… así fueron alimentando una muy linda amistad.
Cinco meses después, si madre, con el fin de que Daniela se diera cuenta de que se preocupaba por ella, no aguantó más y le contó todo… Rodrigo era el hijo de una de sus amigas y con el fin de ayudarla le dijo a él que se hiciera amigo de ella… Daniela no sabía qué hacer… reacciono de una manera muy inesperada, muy exaltada, se alteró demasiado, Rodrigo sabía todo de ella, sus pensamientos, ideales, metas, todo. No aguantó más y con la mente en blanco sólo atinó a lanzarse por la ventana de su habitación.

Nota: Daniela era una persona muy desconfiada, le costaba mucho hablar con la gente, es que realmente les tenía miedo. Ella pensaba que el ser humano es traicionero por naturaleza, que tarde o temprano iban a traicionar.
Daniela, ciertamente estaba en lo correcto, somos humanos y al igual que Rodrigo, nos prestamos para cosas que pueden hacerle mucho daño a una persona… además, ¿quién puede decir que nunca ha traicionado a nadie? Pues, se puede traicionar hasta con el pensamiento.