Sin remedio
Al caminar pegado a la pared, evitaba la multitud que a esas horas corría estrepitosa por la avenida buscando el cobijo de un café, un trago o llegar a la cueva, estirar las piernas y enterarse de las noticias. Los carros fluorescentes tomaban el carril de acuerdo a la amplitud de onda y se desplazaban dejando un silbido melodioso en el ambiente.
Al llegar a una pared de nanocristales, los sensores identificaron su estructura metabólica y le dieron paso al interior del museo. De todas partes escuchó que le hablaban.
—No tenemos mucho tiempo, amigo. Créame que arriesgo mi trabajo. Sólo disponemos de treinta minutos para que usted pueda acceder a ella. Es una de las pocas máquinas que aún funcionan en el mundo. Pero... ¿sabe utilizarla?
—Por supuesto que sí. Hace como cincuenta años, había miles.
—Confío en usted. Lo dejo. Voy al centro de vigilancia.
—Gracias. ¡Jamás podré agradecérselo!
Tomó el disco compacto que celosamente había guardado. El brillo metálico reflejó su rostro ajado en la carátula del reproducible; movió la cabeza y un rocío humedeció la piel fláccida del párpado. Recordó que la vida había sido justa con él, pero que no le dio la oportunidad de respirar al lado de ella. Prendió la máquina y la luz del monitor se desparramó sobre su calvicie. Insertó el disco en la unidad y esperó más tiempo de lo que él necesitó para recordarla.
Interrumpió sus pensamientos, al ver que el láser tardaba en darle lectura y pensó lo peor pero, poco a poco, aparecieron las letras como si hubieran sido escritas el día de ayer. Sintió un calorcillo en las manos e imaginó el momento en que esas líneas fueron tecleadas por ella. Relataban emociones, instantes de soledad. Transitaron desde sensuales momentos, hasta la opresión y el dolor que sufrió por la pérdida de su padre. Volvió a leer lo que había sido el principio del silencio. Tuvo que carraspear para aflojar el nudo que se le había hecho en la garganta.
"Siempre tuve la impresión de que un acto de infidelidad me dejaría con una sensación de vergüenza, con el sabor de haber masticado lo amargo de unas hojas y con un sentimiento sucio pegado en mi alma. Pero contigo, las cosas tomaron un rumbo distinto; a tu lado sentí la suavidad de una pluma acariciándome, buscando las veredas de mi cuerpo. ¡Nunca había percibido emociones tan dulces, tan frescas, y tan puras, que fueron como la brisa que nace de la montaña! Sólo contigo. Mi nombre fue hermoso en tu boca y tuve una sonrisa diferente, sacándote una chispa distinta. Mi ser gritaba al tener el ardor de tu cuerpo. En mis noches frías, tú sabías cómo encender mis llamaradas y despertar en mí a la mujer que nunca fue. Nada más hermoso que sentir que vamos caminando por una banqueta del mundo y que tú cargas mis libros, y yo juego con tus labios en cada una de las esquinas en que nos detenemos y contemplamos la reunión de las cosas, pero... "
—Dispone sólo de tres minutos.
— ¿Hay alguna forma de pasarlo al nuevo formato?
—Tal vez, pero lo desconozco; para nosotros, es sólo chatarra tecnológica. Lo siento.
Vio las palabras una vez más, las escondió en su alma y apagó el monitor.
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