María se sentó en el sofá a ver la televisión, muy molesta.
Ya estaba harta de que todos la criticaran por su fealdad. Todas las personas las miraban con una cara de impresión.
Carmen, su mamá, se sentó a su lado y la miró con impresión.
– ¿Aún estás molesta por lo que te pasó en la tarde?
– Sí.
– Bueno, si yo fuera tú, no estaría molesta absolutamente por nada. Sólo te dijo que parecías un monstruo.
– ¿Quieres decir que te parece poco lo que me dijo en la calle?
– En este caso, sí.
En ese momento, María se puso a llorar. No pudo evitar las lágrimas. Recordaba todas las veces en las que la habían hecho pasar mucha pena en la calle.
Sin embargo, su mamá estaba ahí para consolarla en todo momento.
– No llores más, hija.
– Es que no lo soporto. Todos me critican y me fastidian por lo horrible que soy. A veces, deseo con todas mis fuerzas ser otra mujer.
– Pues, eso se puede hacer realidad.
– Estás bromeando, ¿verdad?
– Por supuesto que no. Ven conmigo. Te mostraré algo.
María estaba extrañado por lo que le había dicho su mamá, pero decidió seguirla. Un rato después, ambas se encontraban en una de las habitaciones. Carmen abrió el armario, y allí había un hermoso espejo.
– Mamá, ¿qué es esto?
– Es un espejo mágico. Hará que cambies totalmente.
– Perdóname, mamá, pero todo esto me parece una tontería. ¿Cómo puede hacer un espejo que cambie totalmente?
– De una forma muy sencilla. ¿Quieres ser una mujer bonita?
– Claro que sí.
– Entonces, colócate frente al espejo y sigue las instrucciones que te daré a continuación. Así, te convertirás en una mujer bonita. |