(Lo que viene a continuación no fue escrito como un texto propiamente dicho, sino que es el fruto de la edición que un grupo de amigos hicieron a traición de una conversación vía msn que mantuve con un amigo que se esconde bajo el pseudónimo de Ran Kirlian. Este sujeto, que ahora duerme plácidamente en la habitación de al lado, guardó dicha conversación y cuando se acercaba la fecha de mi vigésimo-noveno cumpleaños conjuró a todos mis amigos para que mi amenaza se cumpliera y mi autobiografía fuera publicada con el título de Dignidad Cero. Lo editaron, le añadieron fotos denigrantes que oportunamente he suprimido y lo encuadernaron. Por lo demás, el texto se mantiene tal y como ellos lo editaron, junto con el prólogo que aloma ( Microbus ) escribió ad hoc. Por alguna extraña debilidad de carácter por mi parte, siguen siendo mis amigos).

Prólogo:


Bien. Cuando me ofrecieron escribir el prólogo de éste libro me encontraba inmersa en un bucle reflexivo. Por fortuna, dentro del tiempo que gasto en divagaciones para resistir el asedio del arte, ¿cómo no iba a tener un huequecito para escribir al menos cuatro líneas que convenciesen al lector de que tiene en sus manos el libro más maravilloso del mundo?
Con un toque de genialidad y nata, Ximo Folch pone en nuestras manos una historia subversiva, sórdida, surrealista, en cuya lectura afloran matices de locura salpicados de un corrosivo humor negro. Tras deleitar al lector con algunos cuentos como Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la sordera, Ximo vuelve con su biografía resumida, de título Dignidad cero. Maestro de la hipérbole y del firfurcio, equilibrista del absurdo, crocóspata, considerado por la crítica más dura como el más maldito de los escritores malditos de la Generación del 75, suyas son las definiciones más famosas entre los autores de hoy en día sobre la situación de la literatura contemporánea y de la sociedad actual: “tabaco más”, “Björk es un duende perverso”o “¿por qué la gente escribe cosas grises, por qué hacen películas grises, por qué es todo tan gris?” (manos a la cabeza, expresión exageradamente dramática, desesperación. Curiosamente mientras contemplaba a Ximo, la imagen infantil de Momo cruzó mi mente durante una centésima de segundo).
Quien conozca a Ximo Folch sabe que conoce a un gentleman canalla que no dudará en invitarte a un café siempre que tenga dinero ni en gorrearte uno cuando no lo tenga. Siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, tuve la suerte de trabajar con él y con el también escritor y traductor J.R. Bruce durante una sesión fotográfica hace algunos años. Me enorgullece el hecho de que ambos conserven un grato recuerdo de su altruista colaboración, y se me saltaron las lágrimas cuando vi que en Dignidad cero, en orden de importancia (que no en orden cronológico) Ximo nombraba esa sesión en el segundo lugar de las cosas que ha hecho hasta ahora, casi recordándola con cariño. Me puse muy tierna y muy blandita.
Quien no conozca a Ximo Folch, seguramente será funcionario del INEM o trabajará en el banco de datos de Hacienda.
En sumo, no se pierdan ustedes esta brillante pieza literaria.

Aloma,(Microbus) 2004.


Dignidad Cero

He posado en calzoncillos, en sujetador, he dormido en el capó de un coche, he vomitado en varios taxis, he trabajado con la Guardia Civil, he viajado a Almería con 60 yayos, he visto en concierto a Mocedades, Los Manolos, Héroes del Silencio y Camela, he llevado camisetas de Loquillo, he dado clases de latín y de informática, he llevado los uniformes más ridículos, he financiado la construcción de la universidad, le he pedido una camiseta de Cool Jerks al cantante de Platero y tú. He visto El Guardaespaldas sentado en el suelo del cine, he vomitado en los pantalones de la chica a la que amaba, he tartamudeado en la radio, he trabajado en Mc Donald's, he representado a discotecas infames, he pagado por ver Bailar en la Oscuridad, me he dormido con un croissant de chocolate en la boca, he colaborado a montar un concierto de Calamaro, he sido la vergüenza del Moncada 14, me he hecho célebre entre los camareros de Castellón, he entregado un examen lleno de dibujitos, he llevado un pin de una peli con guión de Lucía Etxebarría, he tenido noches que avergonzarían a Bukowski. He entrado en una revisión de examen con unas zapatillas de las que salía espuma, he recibido calabazas de mujeres infames, he llorado viendo Leaving Las Vegas, he tenido a varias zorras por jefas, he memorizado discos espantosos, he desafinado cantando canciones de los triunfitos, he bebido malibú con piña, he llegado a tener tres cigarros encendidos a la vez, he vivido convencido de que Expediente X era un programa de divulgación, he nombrado la soga en casa del ahorcado, he bebido calimocho teniendo whisky a mi alcance, he tocado la guitarra española en Pirámide, he corrido delante de un toro al lado de abuelitas impasibles, he roto las llaves de mi casa abriendo una botella de JB, he ido a fiestas de Nules y he vuelto, he dormido en medio de la calle, he trabajado de dictador, haciendo crucigramas y de camarero de un pub gay, me he bañado desnudo delante de cientos de personas vestidas, he llegado a confundir el nombre de la mujer que tenía en la cama hasta con otras tres en la misma noche, he andado kilómetros haciendo eses, he acumulado los amigos más tarados que se puedan imaginar, he sobrevivido a la conducción de Tommy, de Ricardo y de Eva, he hecho enrojecer a mis profesores, he ido en bicicleta con zapatos fluorescentes, he corrido 21 km por placer.He leído a Herman Hesse y me ha gustado. He hecho la confirmación y he sido la estrella de un video en la iglesia en el que salía con 8 cervezas en la mano, he robado cubatas, he hecho cortos ecologistas, he comprado CD’s dejando de lado el vinilo, he vendido revistas porno a las 6 de la mañana, he tocado jotas en público, me he disfrazado de león para el disfrute de los niños, me he revolcado por el suelo de una colla a propósito, he soñado que tenía una camada de 12 hijos y era feliz, he creído en M, me he comido una polla de látex en público, he ligado vestido de MA, he confiado infinidad de veces en cobrar de un jefe farlopero, he insinuado a una alumna que (ella) podría desear a su madre, he salido en un periódico llamando fancín a Dogma, he defendido el corto de mi vecino en público, me he rebajado a hacer los pasatiempos de una revista facha, he emulado a cuatro bodas y un funeral leyendo un poema en una boda, he desperdiciado innumerables oportunidades con mujeres inmejorables, he respondido en valenciano en un exámen de inglés, he bajado a comprar tabaco en pijama, he estado escondido bajo demasiadas camas, he sido cristiano y he dejado que Dani me leyera las enseñanzas del i-ching, he sido confundido con una mujer, he sido comparado con Bob Hope, he sido asociado a canciones de Gabinete Caligari, he bailado a Ricky Martin en un antro llamado The Matrix, he ayudado innumerables veces a la gente a aprobar exámenes que yo nunca he aprobado, en fin, dignidad cero, por cierto, de despedida, he llevado camisas de flores.