(22/11/04)
Mi corazón fue tuyo y lo extraviaste, ahora con qué puedo amarte si sólo tengo un espacio vacío.
Mi alma murió intentando encontrarte y sólo mi cuerpo quedó a tu merced deseando ser tuya aunque no me quisieras.
Solamente la carne quedó viva en mi y se sumergió bajo tus caprichos en un mar de lamentos.
Tu necesidad encendió mi deseo, tu cuerpo buscó el mío casi instintivamente y por más que ninguno quisiera, seguimos siendo prisioneros de ESO a lo que todos llaman sexo. Pero que es algo más, es placer, sí, pero es algo misterioso. ESTO es más fuerte que VOS y que YO. Nuestra droga, mi alimento, mi necesidad, todo lo que necesito para olvidarme que existe el mundo, que hay algo más allá, que existe la vida real.
Hoy toqué fondo y decidí que era suficiente. Busqué la forma de alejarme y sin embargo, tus besos me trajeron de vuelta.
Tus manos encendieron mi piel, tus dedos encontraron lo profundo de mi ser, llegaste de nuevo a lo prohibido y fue entonces cuando volví a caer. Hoy soy más tuya que aquella
vez que te di el corazón, mi cuerpo te pertenece y vivo sólo para apagar este fuego encendido por la pasión. Quizá la pasión es efímera, pero debajo de eso todavía mi alma te sigue esperando. Y aunque ahí soy feliz, en cuatro paredes con tus manos en mi cuerpo, con tus besos aún pegados en el cuello, con más de un suspiro y más de un enojo por no dejarte dormir, así es como yo quisiera llegar a la eternidad, no es todo lo que me gusta ni lo único por lo que te busco, es simplemente lo más especial que existe y solamente porque ES CON VOS. Vos no lo descubriste todavía, pero acordate que yo sí.
Sea o no amor, sea pasión o ilusión, sos lo único por lo que hoy puedo vivir.
Alguna vez te dije que te amo y no sabía si era cierto, hoy estoy convencida que nunca voy a volver a amar a alguien como te amé a vos... o como te amo?
Ojalá con esto te corra un frío por la espalda y tu corazón me entienda un poco más... no por lo que sentís, sino por lo que sentiste alguna vez.
Mi corazón siempre fue tuyo, aunque vos nunca lo creíste... Por qué no aprendemos a confiar en el otro? |