Me gustaría tener algo que contarles, y que les hiciera felices por un rato. Pero ya ven, el título de contador no garantiza en absoluto, en esto fueron muy claros en la academia, el tener siempre algo que aportar. No sé, quizá una historia de amor hermosa, de esas de playas desiertas y ardientes pasiones... ya me entienden. Pero es que hoy, precisamente hoy, me he quedado en blanco. Como un principiante, ya ven, y mira que uno lleva años en esto de brindar fantasías.
No llevo ni un sueño en el bolsillo, ni un relato en la cabeza. Les juro que lo siento. Enormemente. Nada más lejos de mis deseos que decepcionarles, no era mi intención, queridos amigos, pero hoy sólo soy capaz de hablar de ustedes.
No se sorprendan, es lo que veo ahora. Así que me resulta muy fácil. Basta mirarles para saber su particular historia. La vida de cada uno, la que elegimos en cada uno de esas pequeñas, y mal juzgadas inocuas, decisiones, deja rastro en nosotros. Imborrable. Se nos nota a la legua de donde venimos y cómo hemos llegado hasta ahí. Para este ejercicio basta un poco de práctica.
Permítanme, si son tan amables. No van a estar esperando a que pase el tiempo sin que al menos lo intentemos.... veamos.
Empecemos por ese caballero. Sí, ese de la chaqueta de lana gris. Caballero si me equivoco no dude en interrumpirme, se lo ruego. Concédame acercarme.
Sí, no hay duda. Les voy a contar su historia.
Este hombre, como ven tiene entorno a los 70 años, ya sé que eso lo puede saber cualquiera, no se impacienten. Es abuelo, de tres nietos para ser exactos, todos varones. Tuvo dos hijos de una mujer que le abandonó por un amante más joven y cálido. El le pegaba, y ella.... pues se cansó, supongo, de que le dieran semejantes palizas y se largó con un infante. No es mala persona, es un hombre de otro tiempo, del neandertal, para ser exactos. No se lo tengan en cuenta, pero es que para él, la mujer es como un animal doméstico más. No, corrijo, eso es elevar a la mujer a una categoría superior a la real, el trata mejor a sus perros.
Ya ven, mal ejemplo, mal comienzo. No creo que les interese saber más de este hombre, todos tenemos problemas y no queremos sino reírnos un rato y pensar, que la vida, al menos la de otro, es hermosa.
Intentémoslo de nuevo. Probemos con una dama, suelen resultar menos violentas. Digo suelen por que conozco el caso de un anciano molido a palos por su parienta al terminarse un chocolate deseado por ambos. Sobrevivió a la paliza, pero le mató el azúcar. El pobre era diabético. Visto con humor, bien sea éste negro, fue un suicidio muy dulce.
Aquella señorita. Es hermosa, ¿no creen?. La flor de la vida, unos 30. Y sin embargo, abocada al fracaso. Aún no entiende la razón por la que no consigue ser feliz con ningún varón. Pues es sencilla, joven amiga, no tiene ningún problema en toda su vida. Así que se los fabrica. Por deseo irrefrenable de sentir dolor, o por ánimo de superación pésimamente entendido. El resultado es el mismo. La felicidad le persigue, pero, y le cuesta por lo que se ve mucho esfuerzo, de ahí su delgadez, usted corre más, mucho más. No sea que le coja.
No estoy teniendo suerte. Una mujer de su belleza, normalmente guarda historias hermosas que el resto disfrutan al escuchar. En fin, ya sé que no está en su agenda el aceptar consejos, pero quizá le conviniera buscar los retos en otra parte, quizá en el ganchillo vuelto atrás con macramé. Yo sólo le doy ideas.
No se inquieten, un último intento.
¡Ahí! Esa pareja joven. Eso no falla. El amor.... seguro que su historia nos interesa, y nos alegra, puede incluso, que nos haga volar.
Ella se llama... Laura. Esos ojos azules de mirada inquisitiva, esas cejas arqueadas, su pelo rubio, y señores, no mientan, todos se habían fijado, esas deliciosas turgencias. Si, sólo un nombre así puede ser el suyo. El, tan esmirriado, pelo largo y lacio, ojos claros, pero mucho más tiernos, mal tintado y mal afeitado.... Diego?. No se llama en realidad Nadie. Llamémosle Nadie, pues eso es lo que es. Nadie. Un sueño, un fantasma. Es una historia madura la suya, pese a lo corto de su edad. Desde luego Nadie le quiere, con locura, con tenacidad e infinita paciencia. ¡ Desde varios metros pueden verse las cicatrices de su alma! Ella cree quererle, de hecho, daría lo que fuera por quererle, es un tipo amable, servicial, le cuida y le da, casi gratis, toda su vida, su fuerza y su esperanza. El es un constructor de sueños. Y además de los buenos, de los que son hermosos, de los que vale la pena vivir, aún sabiendo que no son propios. Cuando una persona entra en un sueño ajeno, se debate entre la posibilidad de disfrutarlo y hacerlo propio, cosa que en general es imposible, o bien, andar con cierto remordimiento, como si estuviera robando un tesoro. A fin de cuentas, ¿qué hay más valioso que esa parte divina de nosotros que conforma la materia prima de los sueños?.
Ya ven, su relato comenzó, casi por accidente, hace ya unos años, y desde entonces es una lucha a muerte entre la esperanza de Nadie y el egoísmo de Laura. El está a punto de decirle que encontró a otra, que le cuida más (eso es fácil amigo, nunca nadie dio tan poco por tanto), y que quizás le haga feliz.
Ella no se dará cuenta. Hasta muchos meses después, de que la magia del hacedor de sueños es muy rara de encontrar, y que en este mundo hipócrita y ruin, quedan pocos, muy pocos magos.
Hoy no es mi noche. Amigas, amigos. Me retiro sin una historia que les regale esa sonrisa que tan ansiosos buscaban, pero a cambio les doy la visión de un viejo rufián. Todo lo que necesitan está al alcance de su mano, sólo basta que se toquen, suave y deliciosamente, la muerte que todos llevamos dentro.
Hasta la próxima.
|