Al ser preguntado por sus hábitos diarios el individuo identificado sólo con las iniciales V. D. respondió, bajo juramento de ley, lo siguiente:
Yo no soy un chico de tantas sonrisas, señor. Mucho menos de mañana, cuando prefiero cobijarme en el cuarto, cerrar las ventanas herméticamente y arrastrar las cortinas hasta los extremos. Olvidar que vivo, recordar que muero, repensar el mundo, dialogar con sus hostias develadas en mis crisantemos. No soy un chico de sonrisas, ya lo he dicho, sino de llantos prolongados, a veces, mustios, ahogados, siempre, llantos fértiles, retóricos, a veces, llantos de odio, añorantes de venganza, nunca. En las mañanas me enseñaron a rezar, a pedir perdón, a perdonar, a bajar la cabeza, a esperar, a apretar los dientes, a estrujar los dedos, a colmar de piedad mis primeros hálitos hasta embriagarme de serenidad. No, señor. Dije que no soy un chico de tantas sonrisas, esas pequeñas muecas no florecen en mis labios. No atenúan mis tristezas.
Todo lo dicho por el sujeto inculpado queda expedito para cualquier investigación posterior y está consignado con mayor detalle en el folio número 4257, fechado con el 04/11/2004, a las 00 horas con 3 minutos, en esta ciudad: Pennsylvania.
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