A estos momentos empiezo a ver a las páginas que hemos pasado juntos y debo decirte que es demasiado increíble que estés aquí a mi lado, aunque en este momento estas sollozando en el campo de los quimeras, podría repetir estas láminas de papel en las que hemos escrito historias de risa y llanto, desde el principio, una y otra vez hasta crear una parábola infinita en el tiempo eterno del olimpo, en donde los dioses se carcomen en la indiferencia de la humanidad.

Al ver el sol con el que me iluminas creo que es demasiado pedir que me des una luna con la cual poder dormir, preferiría quemar mi piel con los rayos candentes de tu cuerpo antes de dejar que se opaquen con nubes tormentosas que vociferan vientos de destrucción, los males de la unión se depuran con los minutos que aun no se detienen ante los golpes de los colores.

Seis uno, ocho siete dos, cero cero cero, números raros? Números ilógicos? Números estúpidos que no significan nada? Eso creía yo hasta ver que estos simples números formarían la cantidad de segundos que llevamos en esta diminuta vida, que al verla en segundos es monumentalmente imponente, al igual que la marcha de las hormigas.

Que difícil imaginarse estar solo en cada rincón de este cuarto, sin una pieza de tu rompecabezas, armando mil ideas que compiten por ser la primera, se me ocurre decirte que te amo con símbolos extraños a la vista, pero sencillos de entender en la materia, y gris sería el día que no te lo dijera.

Dos párrafos atrás, mencione la suma millonaria que gané al encontrarte recorriendo el cielo con las alas que me elevas a un cielo muy extremo, no dejes de hacerlo, te lo suplico no dejes de hacerlo.

Hoy cumplió años el amor, gracias por los dos años de vida que me has regalado este día.