La espesura de la noche llegó para envolverme en un nuevo mundo de locuras interminables que llevan a perder la razón en todos sus sentidos. Esa noche fue diferente, mientras me sentía como si fuese parte del aire, mi mente permanecía en blanco, libre de todo dolor o sufrimiento mundano, pero no duró mucho; en un segundo, aunque quizás fue mucho mas tiempo, sentí como comenzaba a presionar mi pecho con sus fúnebres y delgadas manos; no pude moverme o quizás no quise hacerlo, es algo que aun hoy no sé; lo único que esperaba era que todo eso pasara.

Lentamente comencé a sentir un aliento espeluznantemente fresco invadiendo por completo mi ser. No podía verlo, pero podía sentir su corazón pálido y muerto junto al mío acariciándolo lentamente con un mortuorio movimiento. En ese momento no quise escapar ni gritar, solo deseaba seguir sintiendo el pálido olor de la muerte dentro de mis venas.
De repente toda la lujuria que pude haber sentido terminó sin darme cuenta, dejando un segundo de vacío para mi última lucidez, pensé que ahora si estaba sola aunque tenía miedo de ver si realmente era así y de pronto, cuando junte mi último aliento, me lo arrancó del cuerpo sin darme cuenta.

Penetró dentro de mi sangre como una avalancha de hielo, enfriando mi acelerado corazón y dándome el mayor placer hasta ahora conocido.

Después de ese momento el resto de la noche se vuelve tan irreal y vago que cada día que pasa se me hace aún más difícil recordar.

Despertaba cada mañana entre llantos y sudor, esperando con ansias el momento en el que el sol se ocultara para poder reencontrarnos y volver a sentir su muerte mezclándose con mi vida en un momento de tal lujuria que aún hoy me es difícil explicar.

Nuestros encuentros duraron mas o menos un mes, el venía y yo lo esperaba entre sueños dispuesta a sumergirme en sus brazos fríos que cada noche se iban llevando un poco mas de mi, hasta que una noche falto a nuestro encuentro y jamás volví a saber de él.

Nunca supe su nombre, ni quien era en realidad, por mas que lo sentía en mis noches jamás pude ver su rostro, pero eso no me freno de la búsqueda incansable de su ser.

Todas las noches recorro los rincones mas pequeños del mundo, esperando reencontrarnos para poder volver a ser lo que fui para él. Ya no quiero alimentarme de esta manera, solo quiero estar con él.