Me hace daño no tenerte a mi lado y saberte de otro; saber que compartes cada momento, cada sonrisa, cada impulso con ese que no soy yo. Me desbarata. Me acaba. Me atonta.

Creo que maté ese fantasma que eras. Pues si, un fantasma, porque solo los fantasmas son así: nunca sabes cuando y donde van a aparecer, en tu caso a llamar, y cuando los buscas nunca los encuentras. Cuando mas te necesite nunca te pude encontrar; en cambio, cuando por fin sentía que salia de ese pozo en el que me encontraba siempre aparecías de algún modo. No era saludable.

Ahora ya solo es un recuerdo. Recuerdo de una gran época de mi vida. Creo que de la de ambos. Porque no podes negar que fue grande, fuerte, sensible. Inmensamente sensible. Todo el mundo alrededor nuestro supo siempre lo que pasaba... y no porque se lo contáramos. Era obvio, la energía era demasiado fuerte. Eso es atracción verdadera. Pero lastimosamente de mi parte no era solo eso. Yo se que de tu parte tampoco... pero tu escogiste otro camino, camino del cual yo no hago parte.

Espero que seas feliz, que disfrutes de tu elección al máximo, porque acá ya no queda sino la cicatriz, enorme cicatriz, de "lo nuestro". Ya no resta nada. Así quiero creerlo. Así lo espero.

No te puedo negar que me hace falta oír el pedacito dentro de mi corazón y mi mente que siempre repetía lo mismo. Pero ahora están callados... jeje, por lo menos ya no me duele el corazón. Es que dolía mucho. Dolía no tenerte.