Tus manos templaron de calor las nubes,
el cielo dio cauce a lágrimas de alegría.
La lluvia estiló tu cuerpo.
Los soles te secaron con rayos de luz.
Tu pupilas se transformaron en ruedas
giraron sobre algodones,
buscando
el oriente
el norte
el sur
el poniente,
el libro que tiene inscrito
nombres de inmortales.
Tu cuerpo rodó en el vacío,
sumiéndose en constelaciones,
espaldar de hamacas.
Hilvanaste estrellas
en sienes recostadas,
con dedal de luces en los dedos
Tus ojos leyeron las filigranas
impresas en las páginas del Universo.
El corazón se infiltró en el cerebro
los pulmones parpadeaban el camino.
Las palmas se escondieron
en un gesto mutilado,
ante lo visto
por tantas
sensaciones peregrinas
Texto agregado el 21-09-2003, y leído por 274
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