Infinitos espacios hay en el Universo, donde la vida puede
abrirse paso, pero es solo en este pequeño lugar, nuestro
planeta Tierra, donde hoy encontramos condiciones únicas
para que se desarrolle la vida humana.
¿Por qué entonces castigamos este mundo que tanto nos ha
dado?
Si cada día caminamos por esta tierra Madre que algún día nos
vio nacer.
¿Cómo no agradecer este espacioso y generoso mundo con su
Naturaleza plena de sabiduría y su luz misteriosa , dadora del
equilibrio?
Hoy descubrimos que en el murmullo de la Creación no
estábamos solos y fue así como avanzamos en la aventura de la
evolución junto a nuestros compañeros, los animales, árboles y
elementos, respirando la verde clorofila, rodeados del celeste
ozono y de las aguas cristalinas que bajaban de las montañas.
Esta fue la primera felicidad del hombre que caminó sobre la
Tierra, sintiendo que era sagrada a medida que comprendió
el hecho prodigioso que él era unidad con todas las cosas.
Pero hoy, cuando el mundo se sacude en su lecho de dolor,
al ser destruidas sus fuentes vivas, también se abren caminos
de retorno y desde los más remotos lugares del orbe, se busca
restaurar la antigua Alianza original de todos los seres vivos.
El camino de retorno a los senderos de la Naturaleza posee
símbolos que viven en el mundo interno del hombre y se
reflejan en la calidad de los vínculos amorosos que mantiene
a lo largo de su existencia.
Por eso todas nuestras acciones volverán a nosotros y hasta lo
más pequeño puede afectar a la totalidad.
Despertemos entonces para ver la continuidad de la vida en su
claro recorrido natural, fluyendo desde las altas cimas y
latiendo en el corazón de cada criatura.
Despertemos a los caminos en el Árbol de la Vida, donde
juega el abejorro junto a las flores, donde murmuran los
pájaros y donde la brisa es música en el cañaveral.
Estos son los paisajes de una tierra aún desconocida donde los
murmullos de la Creación se convierten en una canción en el
corazón del Hombre.
Este es el canto de la luz y la sinfonía abierta en el infinito Ser
de la generosa madre.
Madre que es esencia de estrellas y que relumbra en el vasto
cuerpo de la humanidad toda.
Entonemos su canto de amor y de compasión que nos muestra
el camino hacia la raíz terrenal, brillante esfera iluminada por
el arco iris de las especies y que nos otorga la semilla de la
redención.
Adentrémonos en este mundo que puede ser el Alba de una
nueva Era y veamos cómo en esta jornada el collar de la
creación sigue dando vida a todos por igual.
Tarde o temprano comprenderemos que tras los actos
destructivos que han puesto en peligro el equilibrio de la
Tierra hay un oculto vacío de significados, que solo podrá
ser trascendido a través de la realización humana, en su
esfuerzo por curar el eslabón roto que lo separa de su Ser y de
su raíz natural.
Al pensar en el futuro recordemos nuestro verdadero lugar en
La Tierra.
¿A dónde vamos? ¿Es nuestra vida, humana?
Meditemos sobre lo que nos ha de ocurrir si huimos de la
verdad, pues está en nuestras manos la creación de un nuevo
futuro y un mundo mejor.
Así como las olas sólo viven en el mar, nuestro camino sólo
tiene un hogar y es nuestro planeta Tierra.
Aún es tiempo y si hemos errado, podemos redimirnos,
ofreciendo nuestras manos para curar heridas hechas en el
costado de la Naturaleza, obra sagrada de la Creación, que
algún día nuestros hijos heredarán.
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